Practicante en acción

Practicante en acción

domingo, 31 de mayo de 2015

Inmigrante tecnológico

Mi colegio se adhirió al paro convocado por el Colegio de Profesores y yo todavía no hago ninguna clase en mi práctica. Hasta el momento he colaborado, hago callar a los alumnos, intento que no se peguen tanto, reviso pruebas, ese tipo de cosas, pero ya se acabó mayo y todavía no he hecho clases.
Shhh, realizo mucho ese sonido. Shhh, de manera breve, si es que hay pocos hablando o un shhh impetuoso, cuando las cosas se están saliendo de control en la sala. Soy un profesional del shhh. Puedo planificar una secuencia didáctica completa solo utilizando el shhh.
Para ser sincero, estaba en problemas. Mi profesor guía me dijo que en junio debía tomar un rol más protagónico, dejar de decir shhh todo el rato y hacer otras cosas, como explicar el objetivo de la clase, realizar una síntesis al final, motivar a los alumnos, etc.
El punto es que lo mío son los roles secundarios. Me siento bien pasando lista, tengo mucho talento para eso, decir una apellido en voz alta y esperar a que el alumno levante su mano y diga presente, eso lo hago muy bien. Pasar lista y decir shhh, decir shhh y pasar lista, ese es mi territorio.
¿Cómo se dice, la tablet o el tablet? ¿Cómo se pronuncia? ¿Cómo se utiliza, se parece a un celular, pero más grande? Mi celular tampoco es muy avanzado, solo sirve para llamar o mandar mensajes, no tengo ni juegos, la tecnología touch no ha llegado a mi vida.
Tengo que enseñar a los estudiantes a realizar una presentación en Prezi, utilizando la tablet o el tablet, como se diga. No tengo tablet y nunca he hecho nada en Prezi, yo soy más del PowerPoint, de lo predecible y estático.
Los niños van muy rápido y yo, muy lento. El otro día, en consejo de curso con un séptimo, quería motivarlos a cumplir sus metas y puse el video de la final de Massú en Atenas 2004. Pero ellos, los estudiantes, en ese entonces tenían como 2 años y no recordaban mucho la hazaña del Vampiro. Probablemente su otro video clásico habría sido más efectivo, en donde sale diciendo, “en esta vida nada es imposible, hueón, ni una hueá”, ese discurso siempre me emociona, pero el lenguaje no es apropiado para un curso de enseñanza básica.
En esa misma clase, una profesora me pidió que me metiera a internet en el computador para mostrarle un cortometraje a los niños, no supe cómo, no tengo nada con wi-fi. Le dije que no se podía, me dio vergüenza reconocer que no sabía. No importa, respondió ella, utiliza mi celular para compartir internet. Yo tomé el celular y no sabía ni cómo encenderlo, pasaba el dedo por la pantalla y no aparecía ningún ícono que me salvara del desastre. La profesora se percató de mi evidente inoperancia con todo lo relativo al siglo XXI y puso ella el cortometraje
Voy a tener que actualizarme o hacer clases en una granja amish, no hay más opciones. Igual la estética amish me agrada, pero me tinca que son un poco conservadores y yo soy artista, mi ética y estética tienen que ver más con la vanguardia que con la tradición


miércoles, 13 de mayo de 2015

Las practicantes

En algún momento se me atrofió el sentido del humor, el sentido del buen gusto y el sentido común. Las habilidades blandas se me endurecieron, me cuesta iniciar una conversación con una persona sin referirme al clima, la hora o la fecha.
A mi padre le preocupa mi ostracismo. Me pregunta insistentemente por las practicantes del colegio, si converso con ellas, si hago vida social, etc. Yo respondo a todo que sí, mientras miro el resumen de los goles en las noticias. Mi papá me habla mucho de mujeres, como para asegurarse que soy heterosexual. Atractiva la chiquilla, me dice, cuando aparece alguna modelo dando el tiempo. Yo le respondo que no me gusta su ropa, que la niña tiene un mal concepto de la moda. Mi papá se inquieta y se atora con la sopa. Entonces, le digo que la chiquilla igual está rica, aunque tenga un gusto dudoso a la hora de elegir su outfit.
Son lindas, las practicantes. Se reúnen en la biblioteca en los recreos, las de inglés y las de educación física utilizan una mesa, las de matemáticas, se sientan en otra. Yo, en un rincón, me siento solo y las observo. Hago como que leo, pero en realidad estoy pendiente de lo que hablan, de sus risas y la manera en que caminan.  
Ayer, mientras esperaba al profesor guía afuera de la sala de profesores, conversé con una practicante de inglés. Me preguntó cuál era mi especialidad, dónde estudiaba y ese tipo de cosas. Resultó que teníamos conocidos en común y fue incómodo porque no tenía buenas referencias de mis amigos. Yo me alegré al principio y hablé con orgullo de mis camaradas. ¿Sabes lo que le hizo M… a mi mejor amiga?, me preguntó. M… es un tipazo, nada malo, supongo, respondí yo. Empezó a salir con mi amiga, le pidió pololeo y después de meses, cuando ella no podía estar más enamorada, supo que él tenía un hijo con otra, me dijo la practicante. Oh, respondí yo. Y eso no es todo, dijo ella, resulta que él todavía vivía con su hijo y su ex, qué te parece, preguntó. Mal, no estuvo bien ahí mi amigo, reconocí.  
Hubo un largo silencio fuera de la sala de profesores. Yo me quería ir, pero mi profesor guía no llegaba nunca. Y si conoces a M… entonces, también ubicas a los hermanos R… me dijo la practicante de inglés. Respondí que sí, que efectivamente son grandes amigos míos. Qué asco, dijo ella, me contaron que tenían relaciones sexuales entre ellos, de hecho, yo una vez los vi darse un beso con lengua en un recital de poesía. Lo del beso en la boca, fue un acto poético, amor fraternal, insistí ante su mirada escéptica. Y no tiran entre ellos, le digo, pero hablo demasiado fuerte y atraigo la atención del inspector, quien mira con el ceño fruncido hacia mí.
Esa fue la primera y última vez que hablé con una practicante, la niña de inglés ahora prefiere mirar hacia otro lado cuando nos encontramos de frente en el pasillo, ni me saluda. Es una pena, porque estaba harto rica, a pesar que su gusto al momento de escoger el outfit del día es más que dudoso.



viernes, 8 de mayo de 2015

Tempus fugit

Perdí una carpeta con pruebas que tenía que revisar, la dejé en alguna parte, el baño, la biblioteca, la sala, el quiosco, en algún lugar del colegio hay 37 pruebas del 7°C esperando ser corregidas por mí, cuánto durará la espera, no lo sé, quizás, para siempre.
¿Cuál es el oficio ideal para alguien distraído o huevón? Necesito encontrar un trabajo en el que pueda pensar siempre en otra cosa, algo mecánico y sin consecuencias. No es el caso de la pedagogía, los niños son impredecibles, sacan comentarios de la nada y uno no sabe qué contestar.
Profesor, yo sé donde usted vive, me dijo un alumno el otro día. Ah, somos vecinos, contesté. No, dijo él, mientras me miraba fijo y serio. ¿Me has estado espiando?, pregunté. El resto de sus compañeros miraba expectante la escena, él sonrió maliciosamente y siguió caminando por el pasillo. Los estudiantes ya saben que yo reviso sus pruebas y han cambiado su actitud conmigo, ahora claramente soy del bando enemigo.
No sé si tendrá relación, pero esa misma semana me estaba duchando y alguien cortó el agua de la casa en el jardín. La tarde siguiente, alguien movió algo en el medidor de la casa y se cortó la luz. Ahora esto, cómo se me pierden las pruebas. De la misma manera que se me quedan los lentes al salir de la casa, supongo. Alguien que olvida la mochila en el maletero cuando viaja en bus no debería extrañarse por este tipo de cosas.   
Puede que ande un poco perseguido, con la edad me he vuelto olvidadizo y paranoico. Me están saliendo canas en el bigote y toso mucho con el viento helado de Hualpén. Ando con pastillas de menta en el bolsillo, para cuando me pica mucho la garganta en clases. No hay duda, estoy envejeciendo. El paso del tiempo es inexorable, incluso para mí, que siempre me creí el eterno poeta adolescente, el Arthur Rimbaud de Villa Acero.