Practicante en acción

Practicante en acción

lunes, 18 de abril de 2016

Sistema frontal 2

Me preocupa mi polola, ella trabaja en una librería en Providencia, el local parece que se inundó, le informo al colega Enzo. Pero si usted no está pololeando, me contesta él, no basta con que te guste una chiquilla para pololear con ella, hay que hablar con ella y salir con ella y pedirle pololeo a ella y después puedes decir que estás pololeando con ella, agrega el colega, con vehemencia, quizás, con desesperación. ¿Estás seguro?, pregunto yo. Sí, responde él.
Pero si voy a la librería casi todos los días, durante meses, probablemente, años y de tanto ir al lugar de trabajo y escuchar las conversaciones que mantiene con otra gente termino por saber los gustos de la chiquilla y sus problemas familiares y sus gustos musicales y sus ideas políticas y sus preferencias éticas y estéticas y me angustio con las angustias de la chiquilla y me alegro con las alegrías de la chiquilla, yo creo que de alguna manera tengo una relación con ella, yo creo que esa relación es amor, yo creo que es mi polola. No, me dice el colega Enzo, así no funciona la hueá, agrega él, con una seguridad que se siente como una cuchillada.
Otra cosa que me inquieta es que se inundó un hospital, le digo al colega Enzo. Pero si tú no tienes Isapre y ni siquiera tienes Fonasa, me dice el colega Enzo, a ti no te dejarían pasar ni a la recepción del hospital, agrega él.
Y la autopista, inutilizable quizás hasta cuándo, le digo yo. Pero si tú no tienes auto, me dice él.
En realidad, lo que más me preocupa es mi departamento, le digo yo. Pero si tú vives de allegado, si no tienes dónde caerte muerto, me dice él.
Es verdad, es que siempre se me olvida, le digo yo. Suele pasar, me dice él.



domingo, 17 de abril de 2016

Sistema Frontal

Mañana lunes no habrá clases, escucho en las noticias. O sea que no me voy a tener que levantar temprano y que me puedo quedar viendo animé hasta altas horas de la noche. Descorcho una botella de vino y le comento al colega Enzo que mañana no tengo que hacer clases porque los colegios suspendieron actividades. Pero si usted no tiene trabajo, me responde Enzo. Oiga, verdad, siempre se me olvida, respondo yo. A veces pasa, me dice él.
Oiga, se inundaron las librerías del Drugstore, le comento al colega Enzo. Oiga, ¿en serio?, que rematen las gueás, este es el momento que tanto esperé, me dice él. Oiga, sí, le digo yo, pero espero que las copias de mi novela estén bien. Pero si usted no ha publicado ni una hueá, me dice Enzo. Oh, verdad, digo yo, una preocupación menos, agrego a modo de resignación.

Pero qué van a hacer mis alumnos, mañana, van a perder un día de clases y yo tenía tantas actividades preparadas, le comento al colega Enzo. Pero por la chucha si usted no tiene estudiantes, usted está cesante, me dice Enzo. Oiga, verdad, le digo yo, es que siempre se me olvida. 

miércoles, 13 de abril de 2016

Carta al banco de suplentes

Tenía 12 años cuando me senté en el banco de suplentes. Renegué de mi pasado y prendí fuego a mis sueños de gloria para asegurar mi futuro en la banca. La suplencia fue una elección del corazón y por qué no, del instinto. Justo el día en que el entrenador me mandó a la banca encontré mi lugar en el mundo, junto a otros entusiastas del fútbol, pero sin talento para practicar el deporte rey.
En la banca conocí a otras criaturas como yo, sin espíritu de competitividad, de hecho, nunca nos dolió mucho que el equipo perdiera. Nuestro estado físico tampoco era el mejor, nos molestaba que el entrenador nos llamara para jugar unos minutos: no solo porque nos cansáramos fácilmente, sino más bien porque interrumpía la conversación, la banca era una especie de tetería para nosotros.
No sé si soy melancólico porque en mi adolescencia fui tercer arquero o soy tercer arquero porque en mi adolescencia fui un chico melancólico, el punto es que como se tenían que lesionar dos personas para que me tocara jugar, el arquero titular y, luego, el segundo arquero, yo pasé muchas temporadas en la banca, lo que se traduce en mucho tiempo para pensar. Por esta razón creo que soy bloguero, que es la evolución natural de todo tercer arquero.
Ahora, no sé si soy soltero porque soy bloguero o soy bloguero porque soy soltero, lo cierto es que el blog es un oficio solitario, muchas veces, uno descuida cosas como el cuidado de la higiene personal, por ejemplo, o se tira peos y chanchos sonoros en lugares públicos, como el cine o el metro y es que uno tiene el blog en la piel, el bloguero nato lleva la anécdota pegada a la mente.
En este oficio uno tiene dos vidas, como Batman o Superman, por ejemplo. Siguiendo esta idea, el día de hoy, Diego Vega, podríamos decir que tuvo un día más bien mediocre, su profesor guía aún no revisa su tesis, probablemente, se olvidó de la existencia de él y de su tesis y Diego Vega no halló nada mejor que ver la Champions League a ver si se le ocurría una idea para su tesis viendo algo de fútbol, cosa difícil, pero Diego Vega lo intentó y como era de esperar, no tuvo buenos resultados. Después, vio la película de Batman y Superman, a ver si podía sacar alguna idea para su tesis, que habla de cine o al menos eso piensa Diego Vega, pero tampoco se le ocurrió nada. En conclusión, podríamos decir que el día de Diego Vega fue una cosa cercana a la mediocridad. Por su parte, El Practicante, se deliró dando like, comentando noticias de actualidad en la web y difundiendo estados de Facebook con el entusiasmo que se puede ver solo en alguien que ama la internet. Creo que todos coincidimos en que El Practicante tuvo un día memorable.

Ahora, la pregunta que cabe hacerse es la siguiente: ¿vamos a condenar a Diego Vega por no terminar su tesis o vamos a celebrar que El Practicante salvó a la blogósfera otra vez?    

martes, 12 de abril de 2016

El quid

A tu memoria le falta el quid, me dice mi profesor guía. ¿El Quix?, pregunto yo. No, el quid, insiste él. Oh, estaba pensando en el detergente y no entendía la referencia, le digo yo. Pero no me refiero al lavalozas, hablo del quid, que es lo que a tu tesis le falta, explica mi profesor y luego me pregunta si tuve clases de Latín y yo le respondo que sí, que claro que tuve Latín. Omito que no recuerdo nada de la asignatura, por supuesto. Le falta el quid, repite mi profesor y yo asiento con la cabeza, como diciendo, sí, claro, te sigo la idea, pero en realidad no sé a qué chucha se refiere.  
Al llegar a mi casa googleo el término. Quid: Del lat. quid “qué”, “por qué”. Esencia, punto más importante o por qué de una cosa. Oh, mierda, esto no suena bien, pienso al leer la definición, o sea que a mi tesis le falta lo más importante, yo pensé que el profesor se refería a otra cosa, una formalidad de la portada o los agradecimientos o algo fácil de arreglar. Estoy a menos de una semana que venza el plazo para entregar la memoria y me falta el quid, por la chucha.
Pero dónde encuentro el quid, cómo se busca el quid, ¿podré googlearlo de alguna manera? O sea que a mi tesis le falta el alma, soy una especie de zombie de la academia, algo así como el conde Drácula de la hipótesis, al no encontrar conclusiones estoy condenado a escribir mi tesis para siempre. No podía ser de otra forma, soy el último romántico de la pedagogía.
¿Estará en mi cabeza el quid o deberé buscar en mi corazón? ¿Lo habré perdido en algún lugar, estará abandonado en el asiento de alguna micro o en una butaca de Cineplanet? ¿Alguien ha visto pasar a mi quid por alguna parte? Quizás tiene miedo y ahora vaga solo por la ciudad sin saber cómo volver a la casa.
Oh, quid, por qué me has abandonado.


lunes, 11 de abril de 2016

La bola de pelos del Metro de Santiago

La bola de pelos está más grande esta noche, es como un pasajero más del Metro de Santiago. La gente le hace el quite, sin éxito, la pelusa gigante se acerca sin hacernos daño, por alguna misteriosa razón, su presencia aterroriza a todo el mundo.
La bola de pelos se detiene frente a mí, igual que las viejas con cartera que se paran a mi lado y me miran fijamente para que les dé el asiento. Yo me quedo sentado, pero no es que sea mal educado, no me paro de puro romántico que soy: el asiento es como el corazón, no se entrega a cualquier persona porque una vez que se da no lo puedes pedir de vuelta. No basta con pararse frente a mí, el asiento es algo público, pero, al mismo tiempo, personal. El asiento es como el corazón, si dejas que otro llegué a él, ya no lo puedes echar, no es llegar y dar el asiento.
La bola de pelos del Metro de Santiago tiene alma, entre las estaciones, se mueve y baila, si no habla es porque no tiene ganas. Antes yo solo veía un montón de pelo humano rodar por el piso. Ahora veo al ser humano escondido en la bola de pelos, que se ha convertido en mi pasajero favorito.
¿Dónde duermen las bolas de pelo del metro? ¿Solo viajan de noche, qué hacen durante el día? ¿Es la misma bola de pelo paseando por todos los vagones o son varias, una especie de gremio de bolas de pelo? ¿Qué comen las bolas de pelo? ¿Pagan pasaje normal o tienen tarifa diferenciada? ¿Qué imagen tienen de mí las bolas de pelo, se arrancan al verme tal como la gente se arranca de ellas? ¿Si le doy el asiento a una bola de pelos, puedo darle también mi corazón, subpregunta, quedará mi corazón lleno de pelusas?



domingo, 10 de abril de 2016

Me gusta la noche

En la calle me entregaron un flyer, “Programa Adulto Mayor: Cursos y talleres”, dice con letras grandes y, al lado, la foto de un anciano calvo me mira sonriente. Primero, me alarmo, en qué momento dejé de ser público objetivo de preuniversitarios y karaokes y pasé a ser un hombre mayor, muy mayor, de hecho, un Adulto Mayor, un sujeto al que se le ofrecen volantes con fotos de viejitos pasándolo bien. Pero, después, leo los talleres y me quiero puro jubilar para ser parte de este rango etario y dedicar mi tiempo a temas como, “Dormir bien, vivir mejor: herramientas prácticas para una buena calidad de sueño”,  “La búsqueda de la verdad a través del género policial” y mi favorito “La pregunta por dios: ¿por qué hay mundo y no hay nada?”
Camino, encorvado, como un anciano, meo muy seguido, como un anciano, como lento y pienso lento y hablo lento, como un anciano, prefiero tomar té y comer galletitas a trasnochar y emborracharme, como un anciano, mi punto es, por qué chucha no puedo jubilar todavía si es evidente que mi edad mental y mi disposición espiritual son las de un anciano.
Fui a ver a Coldplay y me molestaba el frío y el asiento duro y los gritos de la gente. Además, nos entregaron una pulsera al ingresar que se iluminaba con diferentes colores durante el show, cosa que también me molestó, no sabría explicar por qué. Había fuegos artificiales, cosa que tampoco me agradó y globos de distintos tamaños y colores y toneladas de papel picado y humo y todo eso me inquietó, bastante, no me hizo sentir bien. Por algún motivo, había más instrucciones que para cualquier otro recital, cosas como, “póngase la pulsera”, “espere a que se encienda”, “cuando empiece el show eleve sus manos y disfrute del espectáculo”. Sé que son indicaciones fáciles de seguir, pero eso no hace más atractiva la escena, probablemente, lo haga más siniestra. Es como si Coldplay te obligara a disfrutar. No me presionen para ser feliz, por favor.
Existe la posibilidad de que no me guste pasarlo bien. Ayer fui a ver a Adrianigual a un local que se llamaba Mambo o Mamba, no estoy seguro, no tenía letrero, tampoco nos cobraron al ingresar, era como una casa grande, pero con un solo baño, quizás, había otro más, yo solo vi uno, el punto es que estaba que me cagaba y la fila era inmensa y si salía del local, al volver tenía que pagar, la gratuidad no es eterna en el Mamba, así que me pasé la noche a puro peo y lo único que pensaba mientras los demás bailaban y se frotaban en la pista era que quería volver a mi casa, básicamente, a cagar y dormir, mis dos placeres favoritos. Mientras el público coreaba canciones que hablaban de perderse en la noche y pasarlo bien y drogarse y tener aventuras, yo solo quería un baño para mi uso personal y sentarme en la taza y que nadie tocara la puerta, el mayor deseo un sábado por la noche para mí es cagar tranquilo.

Y eso es todo lo que tengo que decir sobre la pedagogía en esta ocasión.

miércoles, 23 de marzo de 2016

El borrador

“Es bastante borrador”, esas fueron las palabras que utilizó mi profesor guía para referirse a mi tesis. Claro que no me lo dijo a mí, una compañera se encontró con él y le preguntó por las tesis y el profesor se refirió de esa manera a mi trabajo, cosa que no me tranquiliza para nada. Definitivamente, no suena bien.
Siento que el invierno se acerca, que entro con calma en una noche sin luna y sin rebelarme ante la muerte de la luz. Yo sé que es otoño y que de verdad se acerca el invierno pero estoy en modo poético, es una metáfora, por si no quedó claro. Lo que quiero decir es que con esto de la tesis estoy que me cago y tengo los pies helados y una puntada en la espalda.
“Es bastante borrador”, la idea se siente como una cuchillada. Le pregunté a mi compañera lo que había dicho mi profesor guía exactamente, ella, algo cansada, me dijo que no me preocupara, que los profesores se daban color y yo insistía, pero qué dijo, qué palabras utilizó, preguntaba yo, lloriqueaba como un lactante, más bien, como si de eso dependiera salir de la universidad en dos meses o en dos años.
Le pedí a mi compañera que repitiera lo que le dijo mi profesor guía, para ver si esta vez sonaba mejor, bueno, dijo ella, “lo vi en el pasillo y le pregunté cómo iba con las tesis y me dijo que la de Clara y Ana estaba lista desde diciembre, la del otro tesista, un tal Cristian, dijo que estaba revisándola y que estaba muy buena, cuando le pregunté por ti me dijo que ya le habías entregado el borrador y me dijo que ES BASTANTE BORRADOR a diferencia de las demás tesis que igual tenían más complejidad”.
Oh mierda, cada vez suena peor. Cada minuto que pasa mi titulación se ve más lejana. Si esto fuera una película de acción y tuvieras que adivinar quién va a morir, dirías, oh, la tesis de Diego Vega tiene cara de fiambre. Si esto fuera un equipo de fútbol, mi tesis sería como esos delanteros que no juegan nunca, que hacen banca todo el año porque perdieron la confianza del entrenador y terminan jugando en la filial del club en tercera división.
Lo peor de todo es que esto trajo consecuencias a todo el sindicato de blogueros del Pedagógico. Hoy Maximiliano, colega bloguero, me dijo que nadie quiere dirigir su tesis. Pero ¿con quiénes conversaste?, pregunté yo. Con todos, respondió él. Se corrió la voz en el Departamento de Castellano, pensé yo. Ahora todos saben que el bloguero vive por y para la blogósfera, que su única patria es el like y su única quimera, la notificación.

Habrá que redactar un comunicado oficial, habrá que exigir que los blogueros de la universidad sean eximidos de hacer su tesis, habrá que dar like y compartir, hoy más fuerte que ayer.

martes, 22 de marzo de 2016

Ciberpunk

Hoy en la mañana, Martín, Tonka y Queraltó me dieron lecciones de política internacional. Queraltó hablaba de ISIS y el Estado Islámico, mientras, Tonka y Martín entrevistaban por teléfono a los chilenos que estaban en Bélgica. Yo seguía comiendo pan con huevo, no entendía mucho lo que pasaba, en el matinal espero que hablen del horóscopo y ese tipo de cosas, pero esta vez, la misma gente que me informa de las novedades en Master Chef me habla de atentados.
Yo sigo tomando desayuno mirando el matinal, cadáveres en bolsas negras, gente llorando por la calle, heridos, sangre en el pavimento y, de nuevo, Martín, tonka y Queraltó, intentando encontrar una explicación a lo sucedido, no la encuentran, pero lo intentan, que es lo que vale, espero.
“Los próximos podemos ser nosotros”, dice una chilena en el extranjero. Yo sigo comiendo pan con huevo. Queraltó hace un llamado a la paz mundial, yo revuelvo el té, no lo encuentro lo suficientemente dulce, Tonka habla del amor al prójimo, Martín asiente con la cabeza, Queraltó se prepara para opinar de algo, pero lo interrumpen para ir a comerciales. ¿Y el horóscopo?, me pregunto, no lo van a dar hoy, parece.
En la calle la gente comenta cosas cómo, “supiste lo que pasó en Bélgica”, “dicen que hay como 100 muertos”, “en Europa están todos locos”, “por suerte vivimos en Chile”, “y jugamos con Argentina el jueves, pucha, eso sí me preocupa”.
En la tarde voy al cine a ver “Cómo ser soltera”. Castigo y Belén, con quienes fui, salen deprimidos de la función, he perdido la mitad de mi vida, dice Castigo, nunca he tenido ese tipo de carretes, Belén está enojada porque los minos de los carretes en Chile son puros borrachos hediondos a poto, algo muy distinto a lo que se observa en la película. La verdad, esperábamos una especie de tutorial de youtube o documental de HBO que nos enseñara cómo ser solteros, pero la película es solo una comedia romántica, lo que es suficiente para mí, en todo caso.
De repente, en el patio de comidas del mall, recuerdo los atentados, los muertos en el suelo, la sangre en el pavimento, pero fue como un flashback de otra vida, después, sigo comentando la peli. Luego, en la micro, un titular viene a mi mente, “alarma total en Bruselas”, y otro “al menos 34 muertos” y otro “era un escenario de guerra” y Queraltó haciendo un llamado a la paz mundial y Akira y Blade Runner y Tonka y el horóscopo y ciudades ciberpunk. Por suerte vivimos en Chile, vuelve a decir un pasajero delante mío.




domingo, 20 de marzo de 2016

El Consejero

Me cuesta dar consejos, yo sé que no debería ser así, porque voy a ser profesor y supongo que dar consejos es parte importante del oficio, cosa en la que no pensé cuando abracé esta profesión, para ser sincero, hay varios detalles que no tomé en cuenta, por ejemplo, la universidad a la que entrar.
Por suerte, algunos son más precavidos y consultan y piden consejos. El caso de Sebastián, colega bloguero, más conocido como “El Repitente”. Bueno, él me comenta que piensa estudiar Castellano en el Pedagógico y quiere saber mi opinión al respecto.
Pienso en la matriz de agua, que se rompe y se suspenden las clases y en la tesina, ramo que aparecía en la malla, pero que nunca tuvimos y en algunos ramos que sí tuvimos, pero que fue muy parecido a sentarse en el kiosco a escuchar reguetón y tomar café, como Comunicación Oral o Teatro o Educación de la Voz o Psicología Educacional, donde pasábamos semanas presentándonos, diciendo cosas como, “Hola, entré a estudiar esto porque …” y “mi color favorito es …” y “en mi tiempo libre voy a …” y ese tipo de cosas que uno dice para que los demás te conozcan y pensé, también, en las estampillas que te piden para cualquier documento, no sé por qué, al parecer son coleccionistas y en inscribir ramos a mano y en andar buscando un baño donde cagar, un baño que tenga pestillo y no haya tanto pichí en el suelo y en los profesores que no pueden dirigir tesis porque boletean o la universidad los despide a fin de año y al siguiente, los vuelven a contratar y en esas salas sin calefacción en invierno, donde lo único que queda es esperar que se llene para que el calor humano entibie el ambiente y en que nunca me quedó muy claro cuál era la visión acerca del estado actual de la educación chilena que tenía la universidad y eso que es la universidad pedagógica por excelencia o al menos así reza el slogan.
Luego, me acordé que yo muchas veces elegí a los profesores según si me daban café y galletitas o no, ese era mi criterio, si me dan galletas entro a clases, así razonaba y que nunca me leí un libro entero y terminaba leyendo resúmenes en internet y que ya egresé y nunca leí ni el Quijote ni Moby Dick ni La Montaña Mágica ni La Divina Comedia ni Rayuela ni Residencia en la Tierra ni El Aleph ni Hojas de Hierba ni La Broma Infinita y fui a pocos congresos y las pocas veces que fui, asistí pensando en las galletas y en el café gratis y que en mi Práctica Profesional hice como tres clases, que es muy parecido a no haber hecho ninguna, lo que quiero decir es que tampoco fui un gran estudiante.
El colega Linterna me dijo una vez: “Con el Pedagógico nos merecemos mutuamente, es una mierda de Universidad y yo, una mierda de estudiante”. Hoy me hacen sentido sus palabras.  
Así que “El Repitente” me pide la opinión, yo me quedo en silencio y el agrega que le tinca el pedagógico porque tiene harto pastito donde poder echarse a dormir una siesta y yo le digo que sí, que tiene pasto y si el criterio para elegir universidad es que tenga pasto, claro, el Pedagógico tiene donde echarse a dormir una siesta y ese fue mi consejo.
Comparto, además, una foto donde salgo aconsejando en Derecho de la U. de Concepción. No recuerdo qué fue lo que aconsejé esa vez, pero la aconsejada creo que ya es abogada, en cambio, yo me salí de la carrera ese mismo año, cuestión que nos da mucho en qué pensar, por ejemplo, en pensar bien la persona a la que piden un consejo.


viernes, 18 de marzo de 2016

Mi otra vida como lector

En mi casa había pocos libros, aun así, cuando niño me llamaba la atención un Pequeño Larousse Ilustrado que mi mamá dejaba para libre consulta en el living. La tapa era de género rojo, me parecía bonito, además, tenía hartas fotos que acompañaban lo que se iba describiendo, fue mi libro favorito, durante toda mi primera infancia, lamentablemente, no me hizo más culto, solo ayudó a que surgiera en mí una pasión por acariciar libros, una obsesión casi patológica por buscar ediciones bonitas para satisfacer mis necesidades estéticas, más que intelectuales.
Entré a un colegio católico, al Sagrados Corazones de Hualpén, pero cuando el colegio era proletario, de barrio, no como ahora, que se ha puesto más elitista. El punto es que se leía el Nuevo Testamento, el Evangelio de san Juan me llamó la atención, pero siempre me gustó más el Antiguo Testamento, era como leer El Señor de los Anillos, mucha batalla, mucho sexo, gente que abre mares y castiga a los malos con plagas, en definitiva, todo lo que necesita la imaginación de un niño en la pubertad. En mi familia ha habido muchos curas, entonces, eso hace que haya gran disponibilidad de biblias por toda la casa. Había una que me gustaba en especial, con tapa de género y el dibujo de un candelabro dorado con 7 velas en la portada. Por la noche, las velas parecían brillar en la oscuridad y, adentro, había todo tipo de ilustraciones, Sansón abriendo las quijadas de un león gigante con las manos, por ejemplo, a mí no me dejaban ver cosas violentas en televisión, entonces, el Antiguo Testamento satisfizo la necesidad de fantasías violentas que existía en mi interior.  
Cuando niño me gustaba leer, esos libros del Barco de Vapor que nos indicaban, pero me limitaba a la lectura obligatoria, por gusto, siempre prefería los cómics, revistas antiguas, todas heredadas de mi hermano mayor, la Abeja Maya, Condorito, Érase una vez el hombre, Barrabases, Mampato, etc. Nada muy actual. Nunca tuve acceso a la vanguardia en Hualpén.
En la adolescencia no leí mucho, ni siquiera la lectura obligatoria del colegio porque se enfocaba mucho en la educación sexual, pero sin espíritu narrativo, libros plagados de descripciones de enfermedades venéreas, con fotos de penes podridos y ese tipo de cosas.  
Al salir del colegio iba a las ferias de libros usados que se ubicaban en la Plaza Perú de Concepción. Ya había leído a Roberto Bolaño y buscaba entrevistas de él en internet donde hablara de otros escritores. Así, llegué a Raymond Chandler,  James Ellroy, Philip K. Dick y Graham Greene. Los detectives Salvajes era mi novela de cabecera en aquella época, así que anotaba  los nombre de cuanto escritor mencionara Bolaño en sus entrevistas y luego los buscaba en las ferias de libros usados, que nunca fueron muchas, pero, por otro lado, yo tampoco tenía mucho dinero, así que tampoco habría podido comprar más libros, de haber encontrado una oferta mayor en mi ciudad natal.
En conclusión, si se ha de concluir algo en esta ocasión, debo decir que la internet y las ferias de libros usados cumplen un rol fundamental a la hora de buscar nuevos libros en mi vida como lector. 
Saludos.
Diego Vega.


jueves, 17 de marzo de 2016

Mi vida como lector

Describe tu vida como lector, me dice la bloguera Lorena. Pero me es difícil separar mi vida como lector de mis otros tipos de vida. El otro día, compartía con Vladimiro, un bloguero de Santiago y a mí se me pasó la mano con el vino, no teníamos vasos y tomamos de la botella y se acabó una botella y compramos otra y, luego, otra más y la noche siguió así, hasta que un hipo persistente y más que persistente, despiadado, me obligó a detenerme. Esa noche dormí abrazado a la taza del baño, literalmente. Descansar la cabeza en la fría cerámica del piso me hizo sentir mejor y pensé que Bukowski podría haber escrito un bonito poema con esa imagen, es más, me sentí un poema viviente bukowskiano, mucho menos cool, sin sexo, sin apuestas, sin peleas, pero miserable y solitario, en definitiva, insisto, bukowskiano. Y ese es el punto, ¿dónde termina lo que uno lee y empieza lo que vives? Para mí el límite no está claro y es muy probable que no exista. La idea que tenemos de nosotros mismos es ficción, el currículum vitae, la forma de seducir una mujer, las disculpas que le puedas dar a tu mamá cuando compras cilantro y te pidió perejil, todo es narración.
Así, mi vida como lector no es distinta de la vida que tengo como usuario del transporte público, por ejemplo, donde escucho una variedad infinita de microcuentos relatados por los otros pasajeros. “A las putas no se les da besos, hay que puro meterla”, le dijo un tipo a otro, hoy, en el metro, “ya”, respondió el amigo y eso fue todo lo que escuché porque nadie dijo nada más. A mí me pareció muy Carver todo, porque Raymond Carver toma ese tipo de conversaciones y las transforma en cuentos que reflexionan sobre gente que no se conoce mucho y está obligada a compartir todos los días y conversar de cosas superficiales, pero en algún punto de la narración, empiezan a aparecer grietas en esa aparente trivialidad, los ritos cotidianos y sin importancia toman otra forma, dejan de parecer vulgares y pasan a ser parte de un momento definitivo en la vida de los personajes. “A las putas no se les da besos, hay que puro meterla”, claramente, quien dice eso está enamorado de la puta que ve hace meses o años, tiene miedo a demostrar su cariño, sabe que ya cruzó el límite, la idea, en lo profundo de su corazón, lo atormenta y quiere conversar con alguien del tema, pero no tiene amigos y decidió conversar con un colega que solo ubica de vista, se cruzan en el pasillo de la oficina o en la hora de almuerzo, pero nada más, ahora, intenta conversar de sus sentimientos y como única respuesta recibe un mezquino, “ya”, no puede compartir con nadie lo único que le importa compartir y está condenado a seguir hablando del partido del domingo. El drama humano es narrado en un vagón del metro en el siglo XXI por sus propios protagonistas.
El punto es que a veces tienes días carverianos y, otras, bukowskianos, pero los dos autores dicen lo mismo: el ser humano es un mamífero mirando el abismo, un primate angustiado por su inminente desaparición, un animal con miedo al dolor. Y lo que quiero decir es que mi vida como lector se trata de recordar que soy un mono que se muere y los autores que me gustan no escatiman energía a la hora de recordármelo, eres una bestia y puede que hoy sea tu último día en el planeta tierra, eso me dicen y yo se los agradezco.



lunes, 14 de marzo de 2016

Rechazando pegas como un campeón

Me ofrecieron una pega en la nocturna, la rechacé, salía muy tarde. Me ofrecieron una pega en el día, la rechacé, entraba muy temprano.
Me ofrecieron hacer un reemplazo de dos semanas, lo rechacé, muy poco tiempo. Me ofrecieron un trabajo por un año completo, lo acepté, pero luego me arrepentí, reculé y lo rechacé, no quiero estar atado a nada por tanto rato.
No tengo nada. Ni casa ni auto ni desodorante ni zapatos ni camisa ni corbata, a veces, pienso que debería aceptar cualquier cosa, en mi condición de precariedad absoluta, todo suma.
Pero puedo leer libros y dejarlos a la mitad y agarrar otro, que tampoco voy a terminar y veo capítulos de series al azar y converso del partido del domingo y salgo a caminar a cualquier hora y me encuentro con Vladimiro en el camino y fumamos un pito y recuerdo un chiste corto, malo, pero nos reímos y me dice que dan una película a luca y tengo tiempo y presupuesto.

No tengo nada, pero es lo único que he tenido siempre, no es llegar y renunciar al vacío cuando es tu único capital.

martes, 8 de marzo de 2016

Pega es pega

¿Está el artista en condiciones de rechazar una experiencia? Si esta experiencia lo conduce hacia un posible desenlace fatal, ¿está en condiciones, quien se vanagloria de ser artista, de darse el lujo de ser precavido?
Cuáles son los criterios de un ser humano que se rebela contra los dioses de la comodidad y el mal gusto para aceptar o rechazar un estímulo.  
Me ofrecieron trabajo en un colegio, dije que lo consultaría con la almohada, que mañana contestaba. En realidad lo consulté con el profesor que el año pasado hacía la misma pega que tendría que hacer yo ahora. Me dijo que dos niños amenazaron con matarlo y que se agarró a combos con otro más. Grato ambiente laboral, pensé yo.
Tengo una serie de inquietudes, por ejemplo, si las alumnas, que ya son adultas, porque, de aceptar el trabajo, haría clases en la nocturna, bueno, si las chiquillas, las estudiantes andan alegres y me tocan el potito y a mí me gusta, ¿está mal o está bien?
Si me hacen el amor, en el baño de un colegio, algo incómodo, pero amor al fin y al cabo, en mi condición de artista, ¿estoy en condiciones de rechazar el amor? Uf, difícil responder esa pregunta.


jueves, 3 de marzo de 2016

La modernidad de la galletería

“Cuando ustedes van hacia la modernidad yo ya vengo de vuelta de África, con una pata menos y cargado con marfil”, repito en voz alta frente al espejo. Estoy en el baño, solo, en pijama, no sé a quién le hablo ni de quién hablo. Solo es algo que viene a mi mente, de niño siento la extraña necesidad de ser un poco más moderno que el día anterior y es desgastante, pero ya no hay vuelta atrás, es lo que soy y lo que no, yo es otro, no sé quién, pero otro.
“Senté a la academia en mis rodillas, la encontré amarga y la escupí”, así comenzará la defensa de mi tesis, después, un chiste de gallegos, mejor dos, el chiste gallego es mi fuerte, luego, pensaba colocar música, para amenizar la situación y pasar repartiendo galletas y hablaría de galletas con la comisión evaluadora, cosas como “cuáles son sus galletas favoritas”, no faltará quien responda, “las Toddy”, entonces yo digo, “¿y por qué no las Kuky? Y ahí se arma la polémica, podemos estar una hora hablando del tema, por qué son tan ricas las galletas de vino y eso que ni siquiera tienen sabor a vino, por qué se llaman así. Las galletas de coco, crujientes o sopeadas en café, ideales para media tarde. Las Frac clásicas, por qué no han sido superadas por sus variaciones con distintos sabores, por qué en cuanto a las galletas se impone lo clásico, las Tritón, lo mismo, su variante con sabor a lúcuma no convence, qué pasa ahí, qué opinan, los profesores de la comisión se entusiasman con la discusión, hay peleas, primero, verbales, luego, a golpes.

Finalmente, la situación se calma, los profesores vuelven a sus puestos y yo expongo mis conclusiones: la modernidad no tiene cabida en el mundo de la galletería. Aplauso cerrado, fotografía con mi respectivo diploma, saludo, reverencia y, a modo de gran final, otro chiste gallego. 

martes, 1 de marzo de 2016

Forrest Gump

Oiga, qué hace, por qué lleva cinco horas sin conectarse, pregunta Enzo por Wasap. Entiendo su preocupación, ambos somos blogueros y estamos permanentemente actualizando nuestro estado en Facebook, opinando y dando like, notificando y siendo notificados, intentando interpretar nuestro papel de artistas del siglo XXI lo mejor posible.
Pero estaba tomando el té, concentrado en eso, el té debe quedar en su punto exacto ni muy cargado ni muy liviano, es algo difícil de explicar y de lograr. Estaba con Nicolás y una amiga de él y pasé de tomar el té a tocar el violín, cosa que según yo, hago bastante bien, soy el  Richard Strauss de la hueá, quiero decir que amenizo bien la velada, intento escuchar a las amigas de mis amigos y no desubicarme, como preguntar cosas como si están pololeando o la naturaleza de la relación que llevan o si conocen a sus respectivos padres o si ya culearon o si piensan culear hoy día, acá, al lado mío, cosas que podrían generar un momento incómodo, digamos que casi no hablo y escucho, que por lo demás, es lo que hago siempre y es por eso que soy tan bueno tocando el violín.
Estaba en eso, en una simpática velada y la amiga de mi amigo dice, “odio Forrest Gump” y yo me tuve que contener para no agarrar la tetera y azotarle la cabeza. Pero la parte que dice, “no soy muy inteligente, Jenny, pero sé lo que es el amor”, ¿no te produce ternura?, preguntaba yo y ella, “mmm, no, como que es un hueón tonto no más”.  Tuve que pararme, hacer cualquier cosa, echar una meada, dejar que el aire refrescara mi mente, dejarlos solos igual, un buen violinista sabe que hay que dejar solo a tu amigo con su amiga, cada tanto y luego regresar para seguir amenizando, cosa que hice.
Pero Tom Hanks, ¿te cae bien?, le pregunté a la chica y mencioné al Náufrago y Tienes un e-mail y Apollo 13. No, me carga el Náufrago, dijo la niña y yo NO, pero cómo, “Wilson, perdona Wilson” y empecé a interpretar la escena en que al náufrago se le cae Wilson al agua y tiene que seguir en la balsa solo, la mejor escena no solo del cine, es el pináculo ético-estético-poético de la civilización occidental y la niña, “no es que me aburro antes, como que me quedo dormida y nunca llego a esa parte”.
De nuevo me paré de la mesa, herido, dije que tenía que fumar afuera, a pesar que nunca he fumado.
Vuelvo y olvidando mi rol de buen violinista, sin escuchar la conversación que mi amigo con su amiga tenían, pregunto a la chica, “qué película te gusta”, “qué chucha te gusta” (y acá ya no hablaba de cine, probablemente, me estaba refiriendo a la vida, aunque no lo tengo claro), “qué mierda esperas del arte”.
Yo: Volver al futuro I, ¿te gustó, verdad?
La niña: No
Yo: ¿Jurassic Park I?
Ella: No, pero menciona algo más actual, estás hablando de películas muy antiguas.
Yo: No se les dice antiguas, se les dice CLÁSICOS, digo golpeando la mesa y derramando mi cerveza (ya habíamos pasado del té a la cerveza, el cine así lo ameritaba).
Nicolás: Pero Diego, no toda la gente ve tantas películas como tú, de hecho, hay gente que no le gusta ir al cine, que prefiere hacer otras cosas…
Diego o sea yo: IGNORANTES, así se llama esa gente, IGNORANTES.
La niña arranca, dice que va al baño, pero acaba de ir, el punto es que se va por un rato. Nicolás intenta tranquilizarme, no a todo el mundo le gusta ver películas y está bien, insiste en ese punto y a mí se me rompe el corazón y doy vuelta otro vaso con cerveza y la niña vuelve y le pregunto por El día de la independencia, Will Smith salvando al mundo, naves extraterrestres explotando en el cielo a modo de fuegos artificiales el 4 de julio, ¿no sentiste nada?, no, responde ella.
¿Qué te conmueve?, ¿qué esperas de la vida? Sigo preguntando en la calle, en la micro, mientras me lavo los dientes frente al espejo, ¿Qué MIERDA QUIEREN DEL ARTE?


lunes, 29 de febrero de 2016

Manifiesto Contra los Cortometrajes

El día de hoy, en reiteradas ocasiones, se me ha preguntado por la calidad cinematográfica del cortometraje animado ganador del Oscar 2016. Saludo la victoria de los compatriotas, de hecho, celebré abrazado a mi madre, cual partido de la selección chilena, el momento en que fueron mencionados y se pararon a recibir su premio.
Pero me cargan los cortos, odio los cortos, en general, no hay cortometraje que me guste, porque cuál es la idea, es como hacer un tráiler. Debe ser porque soy bloguero y no conozco a miembro de este gremio que disfrute los cortos.
El bloguero Enzo, odió Relatos Salvajes, película que a mí me encantó, pero él me dijo, “no, son puros cortos, qué mierda pretende la gente que hace cortos”. Luego, agregó: “odio los cortos”. De esta manera se expresó.
El bloguero Maximiliano también se pronunció al respecto: “oiga, concuerdo con usted y el colega Enzo, me cargan los cortos, son para los hueones”. Maximiliano suele ser lapidario. “Me distraigo dos minutos y me perdí el 30% de la mierda”, de esta manera razonó Maximiliano.
“Deberíamos hacer un manifiesto contra el cortometraje”, sugiere Maximiliano, presidente del Sindicato de Blogueros de Santiago Centro con sede en Puente Alto.
“¿Y qué diría ese manifiesto, oiga?”, pregunto yo interesado en toda esta problemática.
“Que estos hueones dejen de hacer sus mierdas y el manifiesto debe ir firmado por todo el sindicato porque no conozco bloguero que guste de los cortometrajes”, de esta forma habló Maximiliano. Toda la junta celebró la medida y como secretario del gremio paso a difundir la mencionada iniciativa, el necesario Manifiesto Contra los Cortometrajes.
De esta forma terminó otra productiva reunión del Sindicato de Blogueros de Santiago Centro.
Saludos.  


domingo, 21 de febrero de 2016

Reciclín

Arte, año 1999, primero medio, noviembre.
Técnico Manual creo que se llamaba la clase de arte en mi época, el punto es que no había entregado ningún trabajo ese semestre y me quería salvar con el trabajo final, el tema era el medio ambiente.
La motricidad fina no es mi fuerte y la clase de arte siempre fue un suplicio, no es que no me guste el arte, de hecho cuando estoy solo en el baño, cagando, un momento muy íntimo, uno conversa consigo mismo y se realiza todo tipo de confesiones, una de las confesiones que me hago es que soy artista y, aunque el mundo no lo sepa y no esté escrito en mi curriculum, para bien o para mal,  todo lo que toco se convierte en arte, pero la clase de arte nunca se me dio bien.
Mi idea era trabajar con el tópico del reciclaje. Quería crear un superhéroe del medio ambiente, como el Capitán Planeta o algo así. Agarré una caja de zapatos, metí cuatro botellas plásticas a los lados, a modo de piernas y manos, puse una pelota de plumavit arriba de todo y dibujé una cara sonriente, como imagino debe ser la expresión de un héroe del medio ambiente, positivo, optimista, buena onda. En el pecho escribí RECICLÍN. Así lo llamé.
Pero Reciclín no obtuvo buenas críticas. Cuando lo terminé de armar en el colegio (había que presentar la obra frente al curso y llevé desarmado a Reciclín en la mochila pensando que la performance iba a tener un mayor impacto, el factor sorpresa y todo eso) la gente no entendió de qué iba la propuesta. Fue la primera vez que tuve que dar explicaciones por mi arte, algo que se repetiría seguido, muy seguido, en el futuro. Apunté el pecho de mi creación y dije: “Les presento a Reciclín, el Superhéroe del reciclaje”. La profesora miró con sorpresa. Me pareció que eso estaba bien. Estoy haciendo algo nuevo, pensé. Luego su mueca derivó en tristeza y, finalmente, solo vi asco y desagrado en su rostro. Había preparado una canción, con el objetivo de completar el concepto, ya no estaba muy seguro de interpretarla, algo que también me ha seguido pasando en el arte, voy perdiendo la seguridad inicial a medida que voy mostrando mis creaciones, la cara del público no ayuda mucho. La canción, que interpreté a capela, decía más o menos así:
“La naturaleza, la naturaleza hay que cuidar y no contaminar, la basura en su lugar y el aire puro y el aire puro hay que cuidar y no contaminar, la basura en su lugar” (8)
Mientras cantaba, movía las manitos de Reciclín, a modo de coreografía. Todo el curso se rio de mi arte o de mí, no sé, da igual, soy artista, así que es lo mismo. La profesora se enojó con mis compañeros. Ordenó que levantaran la mano los que se habían burlado de mí, el que se burló de Diego tiene que pasar adelante y pedirle disculpas. Todo el curso levantó la mano, vi pasar a mis 40 compañeros frente a mí, pidiendo disculpas. Yo de pie, asentía con la cabeza. No fue agradable. Luego, la profesora se enojó conmigo, me dijo que tenía que hacer otro trabajo, que ya no estábamos en la básica. Claramente no entendió el concepto.
Últimamente, mientras hago la tesis me he acordado mucho de Reciclín. Tengo miedo, creo que estoy creando otro Reciclín, pero ahora, en vez de cajas de zapatos y botellas plásticas, utilizo textos académicos que mezclo como un DJ de las humanidades y no sé si se va a entender, soy el Jackson Pollock de la academia, escupo cosas en un papel en blanco y espero que tomen forma y sugieran algo, pero no me interesa explicar nada, entiendan que no hay nada que entender, por favor.
Yo soy Reciclín, entiendan eso.  
  


domingo, 14 de febrero de 2016

San Valentín

Hoy recibí una desinvitación al cine. Estaba emocionado porque San Valentín lo pone melancólico a uno, a mí, por lo menos, que en esta fecha me dedico a escuchar Julio Iglesias, Chayanne, Ricky Martin y Raphael, echado en el piso mientras dejo que Alondra pase su lengua por mi brazo, lo que se agradece, es una suerte que la gata del departamento se ponga romántica en San Valentín, pero, no sé, uno ve a tanto joven en la calle con una rosa en la mano y chiquillas con globos con forma de corazón que cuando uno llega a la casa se pregunta, ¿estaré haciendo algo mal?, ¿por qué yo no compré rosas hoy día?, ¿por qué en vez de regalar chocolates me los estoy comiendo solo, mientras miro comedias de Jennifer López en televisión?  
Así que la invitación al cine me entusiasmó, lo suficiente como para bañarme y lavar mi camisa favorita, que es la única que tengo, pero de tener otra, seguiría siendo mi favorita porque es de franela y eso me hace sentir como un integrante de Nirvana o Sonic Youth.
Cuando la niña que me invitó, luego, me desinvitó, lo primero que pensé fue, mierda, perdí el baño y lo segundo, chucha, voy a tener que ir solo al cine en San Valentín, eso no suena bien y de seguro no se va a sentir bien.
Aborté el plan y el día del amor decidí hacer lo que amo, que es dar likes en Facebook, me puse a opinar y dar like y una sensación reconfortante se apoderó de mí, una especie de empatía, de tanto dar like y recibir like, este 14 de febrero, día del amor, me sentí amado.
Opiné en el grupo de Sailor Moon,  X-files y en la página de Jorge Baradit y, en realidad, no sé mucho ni de Sailor Moon ni de X-Files ni de Jorge Baradit, pero lo importante es dar like, dar like hasta que duela y opinar, que la vida es un carnaval y los 14 de febrero se pasan opinando.
Ahora, tengo una duda sobre cómo finalizar esta jornada:
Opción 1: Trabajar en mi tesis.
Opción 2: Masturbarme viendo porno amateur en internet.
Opina por favor, este blog lo hacemos todos. Marca tu opción y ayúdame a finalizar como un campeón este día. Pero sobre todo, opina, por favor.


martes, 9 de febrero de 2016

Solicitudes

                                                                               Santiago, 10 de febrero 2016

Señora
Carmen Balart Carmona
Decana Facultad de Historia, Geografía y Letras
UMCE
Presente

Señora Decana:
Diego Alberto Vega Espinoza, alumno de la carrera de Licenciatura en Educación con mención en Castellano y Pedagogía en Castellano, saluda atentamente a usted y expone lo siguiente:
Que los chinos llegaron a la luna.
Que los norteamericanos mintieron, nunca pisaron la superficie lunar.
Que ya basta de engaños, cómo es posible que no haya rastros de sus instalaciones y la arena sea de otro color.
Que hoy por hoy, soy el Neil Armstrong del amor o el Chayanne de la era espacial, que es lo mismo.
Que yo siempre hablé de ufología, pero al parecer es más preciso el término ovnilogía, según los videos de youtube sobre el tema.
Que últimamente invierto mi tiempo en ver X-Files, todavía no paso de la primera temporada, pero soy tan fanático como cualquiera que vaya al día.
Que el tiempo restante lo destino a mi pasión por Javiera Mena, básicamente, escuchar su hit Que me tome la noche.
Que entre los ovnis y Javiera Mena no me ha quedado espacio para nada más.
Que la tesis va lento.
Que hoy me había propuesto escribir diez páginas y escribí, media, siendo optimista, dos párrafos, que más parecen dos versos.
Que el resultado de mi investigación  es pobre y confuso, de ninguna manera concluyente, ni por asomo, definitivo.
No obstante lo anterior, me comprometo a entregar un borrador de mi tesis la primera semana de marzo, que en realidad es un borrador de mis dudas, que no es otra cosa que el borrador de mi alma.
Por lo anteriormente expuesto, solicito a usted tenga bien concederme entregar una tesis miserable acompañada de una defensa lastimera y lastimosa (en la defensa, agradecería que alguien levantara la mano cuando llegue a la nota 4.0 y así se ahorran el mal rato de ver a un alumno defendiendo lo indefendible, que nunca hubo hipótesis ni tesis de ningún tipo) para así poder ver realizado mi anhelo de convertirse en profesor, labor a la cual deseo dedicarme durante el resto de mi vida.
Quedo a la espera de su favorable acogida y me despido atentamente de usted

Diego Vega
Acompaño la solicitud con un video-arte cortesía de mi anterior proyecto artístico-cultural.







sábado, 6 de febrero de 2016

Va lenta la cosa

Hoy voy a escribir diez páginas, no, veinte, mejor, treinta. Todos los días pienso eso en la mañana. Ya es de noche, ya es otro día y solo escribí una y media.
La tesis va lento, puede ser el calor o que me demoro mucho cocinando o que tengo muchas cosas importantes que escribir en facebook, no sé, pueden ser tantas cosas, pero el dato duro es que va lenta la cosa, una página al día, con suerte.
Voy a hablar de Muerte en Venecia, la película, bueno, del libro, también, pero ahora revisaba la película con el objetivo de escribir un pequeño resumen, resumen que llamé pomposamente Segmentación del Texto Fílmico, el punto es que leyéndolo, a varias secuencias donde el protagonista, Gustav, un músico de 50 años, mira atentamente a un muchacho, Tadzio, un adolescente de unos 13 años. Mis anotaciones dicen cosas como “Gustav descansa en la playa y observa a Tadzio, mientras juega en traje baño con sus amigos. El músico sonríe como enamorado”, “Gustav se encuentra con Tadzio en el ascensor, sus miradas se cruzan, el artista se ruboriza y baja la mirada, en voz baja dice, te amo Tadzio”, “Gustav persigue por la ciudad a Tadzio mientras pasea con su familia por las calles de Venecia, el artista estira los brazos, como tratando de tocar a Tadzio, pero no se decide y cae de rodillas al suelo, al lado de una pileta, Gustav se echa a llorar”.
Bueno, es una película gay, le dije a mi profesor guía cuando comentamos el film. No, de ninguna manera, me dijo él, es un tratado sobre la belleza, cómo no te diste cuenta y se puso a hablar de Platón y Heidegger y todos esos mierditas que nunca leí en clases y que no los voy a empezar a leer ahora.
Pero, el punto es que para mí es una película gay y habría que hablar de ese tema, o sea, Platón tendrá sus cosas, Heidegger tendrá sus cositas, yo no los he leído, yo no sé, alguna gracia tendrán los mierditas, pero lo que yo quería decir era que si durante toda la película Gustav se pasa mirando a un adolescente en traje baño, diciendo “Te amo”, en voz baja, eso es una película gay, por mucho que yo no haya leído a Platón ni a Heidegger, si un hombre invierte todo su tiempo en mirar a otro hombre en traje baño, convengamos que eso es un poco gay, ¿o no?, o me perdí de algo en la clase de Estética.  



domingo, 31 de enero de 2016

Duplicado Cliente

Almacén Cristiancito. Oh, almacén de esquina, oh, almacén de barrio, donde muchas veces me han confundido con el dependiente y he terminado yo atendiendo a la gente, alcanzando bebidas a los niños y bolsas plásticas a viejas sin encanto ni paciencia.  Oh, almacén, oh, querido, no sé si eres funeraria o mueblería, quizás, he vivido en un engaño y estoy comprando fruta en una vulcanización y por eso los tomates tienen el sabor y la textura de un neumático y el jugo de tus duraznos se siente como aceite de auto en la boca. Oh, Cristiancito, oh, inquieto muchacho hablador, me cagaste con las humitas, estaban secas y mi sensibilidad nunca pudo encontrar el sabor del choclo. Los plátanos tampoco estaban tan buenos, o muy pasados o muy verdes, difícil elegir así y los limones, blandos, madurísimos, la marraqueta era de ayer y no me avisaron. Total: $6000. Nada de barato, Cristiancito, no es ningún regalo, oiga.
Ciudad atroz, te amo de siempre, patees, silbes, muerdas o vueles, diría el colega Mario Santiago, quien murió atropellado, caminando, buscando algo, no sé qué cosa esperaba encontrar el colega, pero algo hay que buscar, supongo.
Yo igual tengo por costumbre caminar por la ciudad, claro que intento mirar a ambos lados antes de cruzar la calle, entre farmacias y supermercados, a veces no ando buscando nada y solo doy vueltas a la manzana, otras, busco alimentos o cosas para no andar tan hediondo, pero, principalmente, busco helado, mi pasión. Me cuesta decir qué sabor pedir, especialmente, si me queda poco dinero, o sea, siempre. Por suerte, en Arthelados tienen poca variedad, que bueno que es vivir cerca de la pero heladería de Santiago, de tener muchas posibilidades para elegir me daría un ataque de colon. La última vez me fui a la segura, elegí frutilla y chocolate, un clásico. No suelo ser tan conservador, pero estaba decidiendo por toda mi familia. Pedí chocolate suizo, eso sí y no lo probé, de puro idiota, no tengo excusa para eso. Pensé, es chocolate con almendras, qué puede salir mal y nunca probé cosa más desabrida, en la boca se sentía como agua muy helada, yo esperaba que se sintiera como Sahne Nuss, pero era más como nieve con almendras. Total: $ 5.500. Costo sentimental: una gran desilusión para toda la familia y los respectivos reproches y/o insultos hacia mi humilde persona, “¿pero cómo no probar el helado antes de comprar?”, “¿cómo tanto?”, cosas así me decían, pero lo que en realidad querían decirme era “hueón”, “hueón de mierda, piensa las cosas un poco más antes de hacerlas” y yo intentaba explicar mi proceder y decía cosas como, “es chocolate con almendras, es como pedir papas fritas con carne, son clásicos, es algo seguro, era un plan perfecto, cómo no lo ven”.
Basura, tesoros, deudas, recuerdos, no sé cómo llamar a las cosas que guardo en el cajón del velador. Probablemente, tenga un problema y sea como esa gente que acumula desperdicios esperando que algún día le sirvan para algo.
A lo largo de mi estadía en Santiago he ido guardando todas las boletas con el objetivo de llevar una especie de registro de mis gastos y algún día, con mi sueldo de profesor, devolver a mi hermano mayor todo lo que me ha prestado. Porque en mi mente la plata que pido es prestada, nunca regalada y la prueba son estos cientos de boletas que guardo en el cajón. Por ejemplo hay una que dice “Pulgas”, Muños Pino Juan Luis y otros, Peluquería canina y accesorios. Total: $2.600. No recuerdo qué compré ahí, probablemente, algún regalo para Alondra. También, hay otros papeles en el cajón, aparte de mis deudas, tengo una batería de cosas que me pueden inspirar, como los “Correos de Vida Eterna”, que son volantes con diversos mensajes que me entregan desconocidos en el metro Santa Lucía, dicen cosas como, “y al que viene a mí, no lo echo fuera, Jesús”, me gusta leer eso, me hace sentir bien, Jesús apaña y eso me delira y por eso lo guardo en el cajón, veo los cientos de boletas, todos esos números, toda esa deuda y luego “venid a mí todos los que estáis cargados y yo os haré descansar, Jesús”. Cristo es mi aval, él responde por mí, aunque no creo que lo tomen en cuenta en el banco.
Iglesias y Supermercados, Farmacias y Vida Eterna, Papas Fritas y Helado, ciudad, yo te amo, pero no te ofendas si miro a ambos lados de la calle antes de cruzar.


viernes, 22 de enero de 2016

Mick Jagger melancólico

Me parece que desde un punto de vista estético, se ve lindo pertenecer a una banda. Decirle a una niña: no, hoy no puedo salir, tengo ensayo con la banda. Se ve mejor que decir que tengo que limpiar los baños de mi casa. La banda es un buen elemento en cualquier vida, paso a enumerar:
1) Un profesional exitoso, que sale por las tardes a practicar con su grupo musical, se ve mejor que ir a compartir con sus compañeros de oficina a un café con piernas.  
2) Unos rockeros que no han vendido ni un disco en su carrera y no tienen ni un peso, comen mal, duermen mal y no van al dentista. ¿Qué es lo que queda sin la música? Una persona pobre. La misma persona que puede ser un sexy rockero incomprendido se transforma en un vagabundo, un paria. Es una buena salida, una gran idea.
Papá, soy un hombre sensible, un músico, trátame con delicadeza. Entiendo que hayas tenido que empezar a trabajar a los nueve años, cortando trigo en el campo, pero yo soy distinto, respétame, acéptame.  Mamá, no es que esté perdido y me siga comportando como un crío de 14 años a los 31, es que soy rockero y mi vida es así, confusa.   
En este momento, tomo agua de orégano, tengo un peo atajado, me pongo en distintas posiciones, pero no quiere salir.
La imagen no es muy rockera.
Me acabo de cagar en los pantalones, quise que el peo saliera silencioso, abrí los cachetes y lo dejé salir todo, el peo me salió del alma, pero no venía solo, una posa de caca humedece mis calzoncillos.
La imagen no es muy glamorosa.
La poca plata que tengo me la gasto en papas fritas, helados y chocolates, no me alcanza para drogas ni alcohol ni sexo.
Evito las emociones fuertes.
No me gusta tocar en público, me siento observado, ya sé que la idea es que te observen, por eso te subes a un escenario, lo tengo claro, pero me pone incómodo.   Es más rico tocar en la pieza frente a la pared o en el baño, que tiene mejor acústica.
Intento pasar desapercibido.

Está difícil ser rockero, hay que pasarlo bien todo el tiempo. Es cansador pasarlo bien.
¿Cómo se sabe cuándo empieza y cuándo termina un carrete? Es una inquietud que arrastro desde hace largo tiempo atrás. Me complica que nadie dé la partida, falta una persona que diga, ya cabros, desde este momento compartimos y lo pasamos bien.
Si todos se han ido y yo sigo tirado en el pasto, estoy mareado, tengo ganas de cagar, vomitar y desmayarme, no sé si hacer una cosa primero o hacerlo todo al mismo tiempo, ¿se acabó el carrete o sigue?, ¿lo estoy pasando bien o mal?, ¿soy hedonista por decisión o por obligación?
Siempre lo paso mejor en la previa del carrete. El viaje en micro o a pie, esa es la parte que me gusta a mí.
Al parecer, soy un Mick Jagger melancólico, soy el desanimador de la fiesta, el que te dice al oído, lo puedes pasar bien, pero recuerda que te mueres y que siempre alguien queda, acá en la tierra, para cargar tu cadáver y escuchar el ruido que hace tu ataúd cuando golpea el fondo de la tumba.
A disfrutar del rock.  


jueves, 21 de enero de 2016

Yendo de la cama al living

¿Estás despierta?, pregunto. Alondra no contesta. Le hago cariño en la barbilla y ella me mira con cara de sueño. ¿Crees en la vida extraterrestre?, le pregunto. Ella maúlla, me putea, no preguntes hueás y deja dormir, creo que me dice. Tengo miedo, Alondra, creo que hay alienígenas ancestrales, observándonos, le digo. Ella me mira como diciendo, ya tienes 31 años, hueón, ¿no estás un poco mayor para estas cosas? Además, de haber querido raptarte, ya lo habrían hecho. Reconozco que Alondra tiene un punto ahí, pero es que History Channel puede ser muy convincente. Alondra levanta una pata para lamerse el culo, me mira enojada, duérmete hueón, parece decir.
Es de noche y el departamento está oscuro. Estoy sentado al borde de la cama, a mi lado, alondra intenta dormir. Generalmente, me gusta cuando todos se van a acostar y yo me quedo despierto, vagando, yendo de la cama al living, pero hoy tengo miedo.
Escucho ruidos, veo sombras en la pared, espero que las luces que entran por la ventana tengan explicación en este mundo.
No porque uno decida ir a dormir, la lucha entre el bien y el mal va a detenerse en el resto de la ciudad o el universo. Puedo tomar helado en verano, pero el fuego del infierno sigue afuera, acechando.
Acabo de ver un capítulo de Los Archivos Secretos X, el primero, el capítulo piloto. Me tenían prohibido ver la serie cuando chico, me acostaba con mucho miedo, pensaba que todas las luces que veía en la ventana eran alienígenas que venían a buscarme, bajaba a la pieza de mis papás y pedía dormir con ellos, en ese tiempo tenía como 14 o 15 años, ya no era tan chico, pero siempre he sido muy impresionable.
Pensé que ya era lo suficientemente grande como para enfrentar los miedos del pasado, pero no. No puedo ir al baño, la serie de Mulder y Scully me paralizó. Avanzo por el pasillo, muy rápido, tropiezo un par de veces antes de llegar a mi pieza. Le echo llave a la puerta y meo en una botella plástica. Me meto a la cama con la botella con mis pichís, que abrazo a modo de amuleto. Alondra me observa, maúlla, deja dormir, no va a pasar nada, parece decir.


Unas décimas recito
antes de ser abducido
o de quedarme dormido
en la pieza que habito
mi poética ejercito.
Alondra, ¿estás despierta?
Silenciosa y desierta
La pieza está oscura
Solo queda tu ternura
Gata romana experta




martes, 19 de enero de 2016

Arde Santiago

Respire, pero no tanto.
No realice ningún tipo de actividad física.
Viva, pero no lo suficiente.
Frente al humo de un incendio, cierre puertas y ventanas para impedir que el humo ingrese a su domicilio.
Viva, no sea demasiado feliz ni demasiado miserable, solo viva, pero sin que se note tanto su existencia.
Manténgase informado, no apague la televisión y siga nuestros consejos.
Me cago de calor, siento que ya no queda agua en mi cuerpo, desde las 7 de la mañana le pega el sol directo a mi pieza y el paño que hace las veces de cortina no cubre toda la ventana, el sol en verano me deshidrata desde temprano. Las autoridades recomiendan no abrir la ventana, los animadores en los matinales recomiendan respirar poco. Alondra me mira, maúlla enojada como diciendo, huevón, estoy cubierta de pelo, es verano, vivimos en Santiago y tú no piensas abrir la puta ventana. Tiene razón, es la más sensata de la familia. Desobedezco a las autoridades, cosa que no acostumbro hacer, abro la ventana, entra mal olor, pero es la ciudad en que vivo, es el siglo XXI, es Blade Runner, es el ciberpunk, Santiago está cada día más Philip K. Dick y hay que hacerse cargo.
Use una mascarilla o coloque un paño húmedo sobre su nariz y boca, esta simple medida le ofrece cierta protección frente a la inhalación de humo.
Si su piel se ha impregnado de cenizas, quítese la ropa y lávese con abundante agua. Retire sus lentes de contacto y lave sus ojos.   
Voy a necesitar una escafandra, ese casco que ocupan los buzos y astronautas, que en definitiva son lo mismo, para mí siempre han sido hermanos de los vaqueros, es decir, personas flotando en la nada observando horizontes infinitos.
Arde Santiago y necesito una escafandra, debo evolucionar de ciudadano a vaquero, un vaquero astronauta, pero no tengo escafandra que me permita ir a comprar pan a la esquina o internarme en agujeros negros, que ahora es lo mismo.

El profeta Adrián Igual lo adelantó y nadie quiso escuchar su advertencia, en su canción Arde Santiago lo dice claramente: “Arde Santiago, es un día muy feliz, cuando caiga el sol, mi vida es un fugaz espacio y tiempo”. Pero Claudio Orrego de seguro escuchó la canción, la bailó en su pieza frente al espejo, pero no entendió el mensaje, hay que escuchar más a los artistas y menos al Ministerio de Salud, señor Orrego, tome nota de los profetas callejeros, tome nota del pop chileno.