Oiga, qué hace, por qué
lleva cinco horas sin conectarse, pregunta Enzo por Wasap. Entiendo su
preocupación, ambos somos blogueros y estamos permanentemente actualizando
nuestro estado en Facebook, opinando y dando like, notificando y siendo
notificados, intentando interpretar nuestro papel de artistas del siglo XXI lo
mejor posible.
Pero estaba tomando el
té, concentrado en eso, el té debe quedar en su punto exacto ni muy cargado ni
muy liviano, es algo difícil de explicar y de lograr. Estaba con Nicolás y una
amiga de él y pasé de tomar el té a tocar el violín, cosa que según yo, hago
bastante bien, soy el Richard Strauss de
la hueá, quiero decir que amenizo bien la velada, intento escuchar a las amigas
de mis amigos y no desubicarme, como preguntar cosas como si están pololeando o
la naturaleza de la relación que llevan o si conocen a sus respectivos padres o
si ya culearon o si piensan culear hoy día, acá, al lado mío, cosas que podrían
generar un momento incómodo, digamos que casi no hablo y escucho, que por lo
demás, es lo que hago siempre y es por eso que soy tan bueno tocando el violín.
Estaba en eso, en una
simpática velada y la amiga de mi amigo dice, “odio Forrest Gump” y yo me tuve
que contener para no agarrar la tetera y azotarle la cabeza. Pero la parte que
dice, “no soy muy inteligente, Jenny, pero sé lo que es el amor”, ¿no te
produce ternura?, preguntaba yo y ella, “mmm, no, como que es un hueón tonto no
más”. Tuve que pararme, hacer cualquier
cosa, echar una meada, dejar que el aire refrescara mi mente, dejarlos solos
igual, un buen violinista sabe que hay que dejar solo a tu amigo con su amiga,
cada tanto y luego regresar para seguir amenizando, cosa que hice.
Pero Tom Hanks, ¿te cae
bien?, le pregunté a la chica y mencioné al Náufrago y Tienes un e-mail y
Apollo 13. No, me carga el Náufrago, dijo la niña y yo NO, pero cómo, “Wilson,
perdona Wilson” y empecé a interpretar la escena en que al náufrago se le cae
Wilson al agua y tiene que seguir en la balsa solo, la mejor escena no solo del
cine, es el pináculo ético-estético-poético de la civilización occidental y la
niña, “no es que me aburro antes, como que me quedo dormida y nunca llego a esa
parte”.
De nuevo me paré de la
mesa, herido, dije que tenía que fumar afuera, a pesar que nunca he fumado.
Vuelvo y olvidando mi
rol de buen violinista, sin escuchar la conversación que mi amigo con su amiga
tenían, pregunto a la chica, “qué película te gusta”, “qué chucha te gusta” (y
acá ya no hablaba de cine, probablemente, me estaba refiriendo a la vida,
aunque no lo tengo claro), “qué mierda esperas del arte”.
Yo: Volver al futuro I,
¿te gustó, verdad?
La niña: No
Yo: ¿Jurassic Park I?
Ella: No, pero menciona
algo más actual, estás hablando de películas muy antiguas.
Yo: No se les dice
antiguas, se les dice CLÁSICOS, digo golpeando la mesa y derramando mi cerveza
(ya habíamos pasado del té a la cerveza, el cine así lo ameritaba).
Nicolás: Pero Diego, no
toda la gente ve tantas películas como tú, de hecho, hay gente que no le gusta
ir al cine, que prefiere hacer otras cosas…
Diego o sea yo:
IGNORANTES, así se llama esa gente, IGNORANTES.
La niña arranca, dice
que va al baño, pero acaba de ir, el punto es que se va por un rato. Nicolás
intenta tranquilizarme, no a todo el mundo le gusta ver películas y está bien,
insiste en ese punto y a mí se me rompe el corazón y doy vuelta otro vaso con
cerveza y la niña vuelve y le pregunto por El día de la independencia, Will
Smith salvando al mundo, naves extraterrestres explotando en el cielo a modo de
fuegos artificiales el 4 de julio, ¿no sentiste nada?, no, responde ella.
¿Qué te conmueve?, ¿qué
esperas de la vida? Sigo preguntando en la calle, en la micro, mientras me lavo
los dientes frente al espejo, ¿Qué MIERDA QUIEREN DEL ARTE?