Practicante en acción

Practicante en acción

lunes, 18 de abril de 2016

Sistema frontal 2

Me preocupa mi polola, ella trabaja en una librería en Providencia, el local parece que se inundó, le informo al colega Enzo. Pero si usted no está pololeando, me contesta él, no basta con que te guste una chiquilla para pololear con ella, hay que hablar con ella y salir con ella y pedirle pololeo a ella y después puedes decir que estás pololeando con ella, agrega el colega, con vehemencia, quizás, con desesperación. ¿Estás seguro?, pregunto yo. Sí, responde él.
Pero si voy a la librería casi todos los días, durante meses, probablemente, años y de tanto ir al lugar de trabajo y escuchar las conversaciones que mantiene con otra gente termino por saber los gustos de la chiquilla y sus problemas familiares y sus gustos musicales y sus ideas políticas y sus preferencias éticas y estéticas y me angustio con las angustias de la chiquilla y me alegro con las alegrías de la chiquilla, yo creo que de alguna manera tengo una relación con ella, yo creo que esa relación es amor, yo creo que es mi polola. No, me dice el colega Enzo, así no funciona la hueá, agrega él, con una seguridad que se siente como una cuchillada.
Otra cosa que me inquieta es que se inundó un hospital, le digo al colega Enzo. Pero si tú no tienes Isapre y ni siquiera tienes Fonasa, me dice el colega Enzo, a ti no te dejarían pasar ni a la recepción del hospital, agrega él.
Y la autopista, inutilizable quizás hasta cuándo, le digo yo. Pero si tú no tienes auto, me dice él.
En realidad, lo que más me preocupa es mi departamento, le digo yo. Pero si tú vives de allegado, si no tienes dónde caerte muerto, me dice él.
Es verdad, es que siempre se me olvida, le digo yo. Suele pasar, me dice él.



domingo, 17 de abril de 2016

Sistema Frontal

Mañana lunes no habrá clases, escucho en las noticias. O sea que no me voy a tener que levantar temprano y que me puedo quedar viendo animé hasta altas horas de la noche. Descorcho una botella de vino y le comento al colega Enzo que mañana no tengo que hacer clases porque los colegios suspendieron actividades. Pero si usted no tiene trabajo, me responde Enzo. Oiga, verdad, siempre se me olvida, respondo yo. A veces pasa, me dice él.
Oiga, se inundaron las librerías del Drugstore, le comento al colega Enzo. Oiga, ¿en serio?, que rematen las gueás, este es el momento que tanto esperé, me dice él. Oiga, sí, le digo yo, pero espero que las copias de mi novela estén bien. Pero si usted no ha publicado ni una hueá, me dice Enzo. Oh, verdad, digo yo, una preocupación menos, agrego a modo de resignación.

Pero qué van a hacer mis alumnos, mañana, van a perder un día de clases y yo tenía tantas actividades preparadas, le comento al colega Enzo. Pero por la chucha si usted no tiene estudiantes, usted está cesante, me dice Enzo. Oiga, verdad, le digo yo, es que siempre se me olvida. 

miércoles, 13 de abril de 2016

Carta al banco de suplentes

Tenía 12 años cuando me senté en el banco de suplentes. Renegué de mi pasado y prendí fuego a mis sueños de gloria para asegurar mi futuro en la banca. La suplencia fue una elección del corazón y por qué no, del instinto. Justo el día en que el entrenador me mandó a la banca encontré mi lugar en el mundo, junto a otros entusiastas del fútbol, pero sin talento para practicar el deporte rey.
En la banca conocí a otras criaturas como yo, sin espíritu de competitividad, de hecho, nunca nos dolió mucho que el equipo perdiera. Nuestro estado físico tampoco era el mejor, nos molestaba que el entrenador nos llamara para jugar unos minutos: no solo porque nos cansáramos fácilmente, sino más bien porque interrumpía la conversación, la banca era una especie de tetería para nosotros.
No sé si soy melancólico porque en mi adolescencia fui tercer arquero o soy tercer arquero porque en mi adolescencia fui un chico melancólico, el punto es que como se tenían que lesionar dos personas para que me tocara jugar, el arquero titular y, luego, el segundo arquero, yo pasé muchas temporadas en la banca, lo que se traduce en mucho tiempo para pensar. Por esta razón creo que soy bloguero, que es la evolución natural de todo tercer arquero.
Ahora, no sé si soy soltero porque soy bloguero o soy bloguero porque soy soltero, lo cierto es que el blog es un oficio solitario, muchas veces, uno descuida cosas como el cuidado de la higiene personal, por ejemplo, o se tira peos y chanchos sonoros en lugares públicos, como el cine o el metro y es que uno tiene el blog en la piel, el bloguero nato lleva la anécdota pegada a la mente.
En este oficio uno tiene dos vidas, como Batman o Superman, por ejemplo. Siguiendo esta idea, el día de hoy, Diego Vega, podríamos decir que tuvo un día más bien mediocre, su profesor guía aún no revisa su tesis, probablemente, se olvidó de la existencia de él y de su tesis y Diego Vega no halló nada mejor que ver la Champions League a ver si se le ocurría una idea para su tesis viendo algo de fútbol, cosa difícil, pero Diego Vega lo intentó y como era de esperar, no tuvo buenos resultados. Después, vio la película de Batman y Superman, a ver si podía sacar alguna idea para su tesis, que habla de cine o al menos eso piensa Diego Vega, pero tampoco se le ocurrió nada. En conclusión, podríamos decir que el día de Diego Vega fue una cosa cercana a la mediocridad. Por su parte, El Practicante, se deliró dando like, comentando noticias de actualidad en la web y difundiendo estados de Facebook con el entusiasmo que se puede ver solo en alguien que ama la internet. Creo que todos coincidimos en que El Practicante tuvo un día memorable.

Ahora, la pregunta que cabe hacerse es la siguiente: ¿vamos a condenar a Diego Vega por no terminar su tesis o vamos a celebrar que El Practicante salvó a la blogósfera otra vez?    

martes, 12 de abril de 2016

El quid

A tu memoria le falta el quid, me dice mi profesor guía. ¿El Quix?, pregunto yo. No, el quid, insiste él. Oh, estaba pensando en el detergente y no entendía la referencia, le digo yo. Pero no me refiero al lavalozas, hablo del quid, que es lo que a tu tesis le falta, explica mi profesor y luego me pregunta si tuve clases de Latín y yo le respondo que sí, que claro que tuve Latín. Omito que no recuerdo nada de la asignatura, por supuesto. Le falta el quid, repite mi profesor y yo asiento con la cabeza, como diciendo, sí, claro, te sigo la idea, pero en realidad no sé a qué chucha se refiere.  
Al llegar a mi casa googleo el término. Quid: Del lat. quid “qué”, “por qué”. Esencia, punto más importante o por qué de una cosa. Oh, mierda, esto no suena bien, pienso al leer la definición, o sea que a mi tesis le falta lo más importante, yo pensé que el profesor se refería a otra cosa, una formalidad de la portada o los agradecimientos o algo fácil de arreglar. Estoy a menos de una semana que venza el plazo para entregar la memoria y me falta el quid, por la chucha.
Pero dónde encuentro el quid, cómo se busca el quid, ¿podré googlearlo de alguna manera? O sea que a mi tesis le falta el alma, soy una especie de zombie de la academia, algo así como el conde Drácula de la hipótesis, al no encontrar conclusiones estoy condenado a escribir mi tesis para siempre. No podía ser de otra forma, soy el último romántico de la pedagogía.
¿Estará en mi cabeza el quid o deberé buscar en mi corazón? ¿Lo habré perdido en algún lugar, estará abandonado en el asiento de alguna micro o en una butaca de Cineplanet? ¿Alguien ha visto pasar a mi quid por alguna parte? Quizás tiene miedo y ahora vaga solo por la ciudad sin saber cómo volver a la casa.
Oh, quid, por qué me has abandonado.


lunes, 11 de abril de 2016

La bola de pelos del Metro de Santiago

La bola de pelos está más grande esta noche, es como un pasajero más del Metro de Santiago. La gente le hace el quite, sin éxito, la pelusa gigante se acerca sin hacernos daño, por alguna misteriosa razón, su presencia aterroriza a todo el mundo.
La bola de pelos se detiene frente a mí, igual que las viejas con cartera que se paran a mi lado y me miran fijamente para que les dé el asiento. Yo me quedo sentado, pero no es que sea mal educado, no me paro de puro romántico que soy: el asiento es como el corazón, no se entrega a cualquier persona porque una vez que se da no lo puedes pedir de vuelta. No basta con pararse frente a mí, el asiento es algo público, pero, al mismo tiempo, personal. El asiento es como el corazón, si dejas que otro llegué a él, ya no lo puedes echar, no es llegar y dar el asiento.
La bola de pelos del Metro de Santiago tiene alma, entre las estaciones, se mueve y baila, si no habla es porque no tiene ganas. Antes yo solo veía un montón de pelo humano rodar por el piso. Ahora veo al ser humano escondido en la bola de pelos, que se ha convertido en mi pasajero favorito.
¿Dónde duermen las bolas de pelo del metro? ¿Solo viajan de noche, qué hacen durante el día? ¿Es la misma bola de pelo paseando por todos los vagones o son varias, una especie de gremio de bolas de pelo? ¿Qué comen las bolas de pelo? ¿Pagan pasaje normal o tienen tarifa diferenciada? ¿Qué imagen tienen de mí las bolas de pelo, se arrancan al verme tal como la gente se arranca de ellas? ¿Si le doy el asiento a una bola de pelos, puedo darle también mi corazón, subpregunta, quedará mi corazón lleno de pelusas?



domingo, 10 de abril de 2016

Me gusta la noche

En la calle me entregaron un flyer, “Programa Adulto Mayor: Cursos y talleres”, dice con letras grandes y, al lado, la foto de un anciano calvo me mira sonriente. Primero, me alarmo, en qué momento dejé de ser público objetivo de preuniversitarios y karaokes y pasé a ser un hombre mayor, muy mayor, de hecho, un Adulto Mayor, un sujeto al que se le ofrecen volantes con fotos de viejitos pasándolo bien. Pero, después, leo los talleres y me quiero puro jubilar para ser parte de este rango etario y dedicar mi tiempo a temas como, “Dormir bien, vivir mejor: herramientas prácticas para una buena calidad de sueño”,  “La búsqueda de la verdad a través del género policial” y mi favorito “La pregunta por dios: ¿por qué hay mundo y no hay nada?”
Camino, encorvado, como un anciano, meo muy seguido, como un anciano, como lento y pienso lento y hablo lento, como un anciano, prefiero tomar té y comer galletitas a trasnochar y emborracharme, como un anciano, mi punto es, por qué chucha no puedo jubilar todavía si es evidente que mi edad mental y mi disposición espiritual son las de un anciano.
Fui a ver a Coldplay y me molestaba el frío y el asiento duro y los gritos de la gente. Además, nos entregaron una pulsera al ingresar que se iluminaba con diferentes colores durante el show, cosa que también me molestó, no sabría explicar por qué. Había fuegos artificiales, cosa que tampoco me agradó y globos de distintos tamaños y colores y toneladas de papel picado y humo y todo eso me inquietó, bastante, no me hizo sentir bien. Por algún motivo, había más instrucciones que para cualquier otro recital, cosas como, “póngase la pulsera”, “espere a que se encienda”, “cuando empiece el show eleve sus manos y disfrute del espectáculo”. Sé que son indicaciones fáciles de seguir, pero eso no hace más atractiva la escena, probablemente, lo haga más siniestra. Es como si Coldplay te obligara a disfrutar. No me presionen para ser feliz, por favor.
Existe la posibilidad de que no me guste pasarlo bien. Ayer fui a ver a Adrianigual a un local que se llamaba Mambo o Mamba, no estoy seguro, no tenía letrero, tampoco nos cobraron al ingresar, era como una casa grande, pero con un solo baño, quizás, había otro más, yo solo vi uno, el punto es que estaba que me cagaba y la fila era inmensa y si salía del local, al volver tenía que pagar, la gratuidad no es eterna en el Mamba, así que me pasé la noche a puro peo y lo único que pensaba mientras los demás bailaban y se frotaban en la pista era que quería volver a mi casa, básicamente, a cagar y dormir, mis dos placeres favoritos. Mientras el público coreaba canciones que hablaban de perderse en la noche y pasarlo bien y drogarse y tener aventuras, yo solo quería un baño para mi uso personal y sentarme en la taza y que nadie tocara la puerta, el mayor deseo un sábado por la noche para mí es cagar tranquilo.

Y eso es todo lo que tengo que decir sobre la pedagogía en esta ocasión.