Practicante en acción

Practicante en acción

miércoles, 23 de marzo de 2016

El borrador

“Es bastante borrador”, esas fueron las palabras que utilizó mi profesor guía para referirse a mi tesis. Claro que no me lo dijo a mí, una compañera se encontró con él y le preguntó por las tesis y el profesor se refirió de esa manera a mi trabajo, cosa que no me tranquiliza para nada. Definitivamente, no suena bien.
Siento que el invierno se acerca, que entro con calma en una noche sin luna y sin rebelarme ante la muerte de la luz. Yo sé que es otoño y que de verdad se acerca el invierno pero estoy en modo poético, es una metáfora, por si no quedó claro. Lo que quiero decir es que con esto de la tesis estoy que me cago y tengo los pies helados y una puntada en la espalda.
“Es bastante borrador”, la idea se siente como una cuchillada. Le pregunté a mi compañera lo que había dicho mi profesor guía exactamente, ella, algo cansada, me dijo que no me preocupara, que los profesores se daban color y yo insistía, pero qué dijo, qué palabras utilizó, preguntaba yo, lloriqueaba como un lactante, más bien, como si de eso dependiera salir de la universidad en dos meses o en dos años.
Le pedí a mi compañera que repitiera lo que le dijo mi profesor guía, para ver si esta vez sonaba mejor, bueno, dijo ella, “lo vi en el pasillo y le pregunté cómo iba con las tesis y me dijo que la de Clara y Ana estaba lista desde diciembre, la del otro tesista, un tal Cristian, dijo que estaba revisándola y que estaba muy buena, cuando le pregunté por ti me dijo que ya le habías entregado el borrador y me dijo que ES BASTANTE BORRADOR a diferencia de las demás tesis que igual tenían más complejidad”.
Oh mierda, cada vez suena peor. Cada minuto que pasa mi titulación se ve más lejana. Si esto fuera una película de acción y tuvieras que adivinar quién va a morir, dirías, oh, la tesis de Diego Vega tiene cara de fiambre. Si esto fuera un equipo de fútbol, mi tesis sería como esos delanteros que no juegan nunca, que hacen banca todo el año porque perdieron la confianza del entrenador y terminan jugando en la filial del club en tercera división.
Lo peor de todo es que esto trajo consecuencias a todo el sindicato de blogueros del Pedagógico. Hoy Maximiliano, colega bloguero, me dijo que nadie quiere dirigir su tesis. Pero ¿con quiénes conversaste?, pregunté yo. Con todos, respondió él. Se corrió la voz en el Departamento de Castellano, pensé yo. Ahora todos saben que el bloguero vive por y para la blogósfera, que su única patria es el like y su única quimera, la notificación.

Habrá que redactar un comunicado oficial, habrá que exigir que los blogueros de la universidad sean eximidos de hacer su tesis, habrá que dar like y compartir, hoy más fuerte que ayer.

martes, 22 de marzo de 2016

Ciberpunk

Hoy en la mañana, Martín, Tonka y Queraltó me dieron lecciones de política internacional. Queraltó hablaba de ISIS y el Estado Islámico, mientras, Tonka y Martín entrevistaban por teléfono a los chilenos que estaban en Bélgica. Yo seguía comiendo pan con huevo, no entendía mucho lo que pasaba, en el matinal espero que hablen del horóscopo y ese tipo de cosas, pero esta vez, la misma gente que me informa de las novedades en Master Chef me habla de atentados.
Yo sigo tomando desayuno mirando el matinal, cadáveres en bolsas negras, gente llorando por la calle, heridos, sangre en el pavimento y, de nuevo, Martín, tonka y Queraltó, intentando encontrar una explicación a lo sucedido, no la encuentran, pero lo intentan, que es lo que vale, espero.
“Los próximos podemos ser nosotros”, dice una chilena en el extranjero. Yo sigo comiendo pan con huevo. Queraltó hace un llamado a la paz mundial, yo revuelvo el té, no lo encuentro lo suficientemente dulce, Tonka habla del amor al prójimo, Martín asiente con la cabeza, Queraltó se prepara para opinar de algo, pero lo interrumpen para ir a comerciales. ¿Y el horóscopo?, me pregunto, no lo van a dar hoy, parece.
En la calle la gente comenta cosas cómo, “supiste lo que pasó en Bélgica”, “dicen que hay como 100 muertos”, “en Europa están todos locos”, “por suerte vivimos en Chile”, “y jugamos con Argentina el jueves, pucha, eso sí me preocupa”.
En la tarde voy al cine a ver “Cómo ser soltera”. Castigo y Belén, con quienes fui, salen deprimidos de la función, he perdido la mitad de mi vida, dice Castigo, nunca he tenido ese tipo de carretes, Belén está enojada porque los minos de los carretes en Chile son puros borrachos hediondos a poto, algo muy distinto a lo que se observa en la película. La verdad, esperábamos una especie de tutorial de youtube o documental de HBO que nos enseñara cómo ser solteros, pero la película es solo una comedia romántica, lo que es suficiente para mí, en todo caso.
De repente, en el patio de comidas del mall, recuerdo los atentados, los muertos en el suelo, la sangre en el pavimento, pero fue como un flashback de otra vida, después, sigo comentando la peli. Luego, en la micro, un titular viene a mi mente, “alarma total en Bruselas”, y otro “al menos 34 muertos” y otro “era un escenario de guerra” y Queraltó haciendo un llamado a la paz mundial y Akira y Blade Runner y Tonka y el horóscopo y ciudades ciberpunk. Por suerte vivimos en Chile, vuelve a decir un pasajero delante mío.




domingo, 20 de marzo de 2016

El Consejero

Me cuesta dar consejos, yo sé que no debería ser así, porque voy a ser profesor y supongo que dar consejos es parte importante del oficio, cosa en la que no pensé cuando abracé esta profesión, para ser sincero, hay varios detalles que no tomé en cuenta, por ejemplo, la universidad a la que entrar.
Por suerte, algunos son más precavidos y consultan y piden consejos. El caso de Sebastián, colega bloguero, más conocido como “El Repitente”. Bueno, él me comenta que piensa estudiar Castellano en el Pedagógico y quiere saber mi opinión al respecto.
Pienso en la matriz de agua, que se rompe y se suspenden las clases y en la tesina, ramo que aparecía en la malla, pero que nunca tuvimos y en algunos ramos que sí tuvimos, pero que fue muy parecido a sentarse en el kiosco a escuchar reguetón y tomar café, como Comunicación Oral o Teatro o Educación de la Voz o Psicología Educacional, donde pasábamos semanas presentándonos, diciendo cosas como, “Hola, entré a estudiar esto porque …” y “mi color favorito es …” y “en mi tiempo libre voy a …” y ese tipo de cosas que uno dice para que los demás te conozcan y pensé, también, en las estampillas que te piden para cualquier documento, no sé por qué, al parecer son coleccionistas y en inscribir ramos a mano y en andar buscando un baño donde cagar, un baño que tenga pestillo y no haya tanto pichí en el suelo y en los profesores que no pueden dirigir tesis porque boletean o la universidad los despide a fin de año y al siguiente, los vuelven a contratar y en esas salas sin calefacción en invierno, donde lo único que queda es esperar que se llene para que el calor humano entibie el ambiente y en que nunca me quedó muy claro cuál era la visión acerca del estado actual de la educación chilena que tenía la universidad y eso que es la universidad pedagógica por excelencia o al menos así reza el slogan.
Luego, me acordé que yo muchas veces elegí a los profesores según si me daban café y galletitas o no, ese era mi criterio, si me dan galletas entro a clases, así razonaba y que nunca me leí un libro entero y terminaba leyendo resúmenes en internet y que ya egresé y nunca leí ni el Quijote ni Moby Dick ni La Montaña Mágica ni La Divina Comedia ni Rayuela ni Residencia en la Tierra ni El Aleph ni Hojas de Hierba ni La Broma Infinita y fui a pocos congresos y las pocas veces que fui, asistí pensando en las galletas y en el café gratis y que en mi Práctica Profesional hice como tres clases, que es muy parecido a no haber hecho ninguna, lo que quiero decir es que tampoco fui un gran estudiante.
El colega Linterna me dijo una vez: “Con el Pedagógico nos merecemos mutuamente, es una mierda de Universidad y yo, una mierda de estudiante”. Hoy me hacen sentido sus palabras.  
Así que “El Repitente” me pide la opinión, yo me quedo en silencio y el agrega que le tinca el pedagógico porque tiene harto pastito donde poder echarse a dormir una siesta y yo le digo que sí, que tiene pasto y si el criterio para elegir universidad es que tenga pasto, claro, el Pedagógico tiene donde echarse a dormir una siesta y ese fue mi consejo.
Comparto, además, una foto donde salgo aconsejando en Derecho de la U. de Concepción. No recuerdo qué fue lo que aconsejé esa vez, pero la aconsejada creo que ya es abogada, en cambio, yo me salí de la carrera ese mismo año, cuestión que nos da mucho en qué pensar, por ejemplo, en pensar bien la persona a la que piden un consejo.


viernes, 18 de marzo de 2016

Mi otra vida como lector

En mi casa había pocos libros, aun así, cuando niño me llamaba la atención un Pequeño Larousse Ilustrado que mi mamá dejaba para libre consulta en el living. La tapa era de género rojo, me parecía bonito, además, tenía hartas fotos que acompañaban lo que se iba describiendo, fue mi libro favorito, durante toda mi primera infancia, lamentablemente, no me hizo más culto, solo ayudó a que surgiera en mí una pasión por acariciar libros, una obsesión casi patológica por buscar ediciones bonitas para satisfacer mis necesidades estéticas, más que intelectuales.
Entré a un colegio católico, al Sagrados Corazones de Hualpén, pero cuando el colegio era proletario, de barrio, no como ahora, que se ha puesto más elitista. El punto es que se leía el Nuevo Testamento, el Evangelio de san Juan me llamó la atención, pero siempre me gustó más el Antiguo Testamento, era como leer El Señor de los Anillos, mucha batalla, mucho sexo, gente que abre mares y castiga a los malos con plagas, en definitiva, todo lo que necesita la imaginación de un niño en la pubertad. En mi familia ha habido muchos curas, entonces, eso hace que haya gran disponibilidad de biblias por toda la casa. Había una que me gustaba en especial, con tapa de género y el dibujo de un candelabro dorado con 7 velas en la portada. Por la noche, las velas parecían brillar en la oscuridad y, adentro, había todo tipo de ilustraciones, Sansón abriendo las quijadas de un león gigante con las manos, por ejemplo, a mí no me dejaban ver cosas violentas en televisión, entonces, el Antiguo Testamento satisfizo la necesidad de fantasías violentas que existía en mi interior.  
Cuando niño me gustaba leer, esos libros del Barco de Vapor que nos indicaban, pero me limitaba a la lectura obligatoria, por gusto, siempre prefería los cómics, revistas antiguas, todas heredadas de mi hermano mayor, la Abeja Maya, Condorito, Érase una vez el hombre, Barrabases, Mampato, etc. Nada muy actual. Nunca tuve acceso a la vanguardia en Hualpén.
En la adolescencia no leí mucho, ni siquiera la lectura obligatoria del colegio porque se enfocaba mucho en la educación sexual, pero sin espíritu narrativo, libros plagados de descripciones de enfermedades venéreas, con fotos de penes podridos y ese tipo de cosas.  
Al salir del colegio iba a las ferias de libros usados que se ubicaban en la Plaza Perú de Concepción. Ya había leído a Roberto Bolaño y buscaba entrevistas de él en internet donde hablara de otros escritores. Así, llegué a Raymond Chandler,  James Ellroy, Philip K. Dick y Graham Greene. Los detectives Salvajes era mi novela de cabecera en aquella época, así que anotaba  los nombre de cuanto escritor mencionara Bolaño en sus entrevistas y luego los buscaba en las ferias de libros usados, que nunca fueron muchas, pero, por otro lado, yo tampoco tenía mucho dinero, así que tampoco habría podido comprar más libros, de haber encontrado una oferta mayor en mi ciudad natal.
En conclusión, si se ha de concluir algo en esta ocasión, debo decir que la internet y las ferias de libros usados cumplen un rol fundamental a la hora de buscar nuevos libros en mi vida como lector. 
Saludos.
Diego Vega.


jueves, 17 de marzo de 2016

Mi vida como lector

Describe tu vida como lector, me dice la bloguera Lorena. Pero me es difícil separar mi vida como lector de mis otros tipos de vida. El otro día, compartía con Vladimiro, un bloguero de Santiago y a mí se me pasó la mano con el vino, no teníamos vasos y tomamos de la botella y se acabó una botella y compramos otra y, luego, otra más y la noche siguió así, hasta que un hipo persistente y más que persistente, despiadado, me obligó a detenerme. Esa noche dormí abrazado a la taza del baño, literalmente. Descansar la cabeza en la fría cerámica del piso me hizo sentir mejor y pensé que Bukowski podría haber escrito un bonito poema con esa imagen, es más, me sentí un poema viviente bukowskiano, mucho menos cool, sin sexo, sin apuestas, sin peleas, pero miserable y solitario, en definitiva, insisto, bukowskiano. Y ese es el punto, ¿dónde termina lo que uno lee y empieza lo que vives? Para mí el límite no está claro y es muy probable que no exista. La idea que tenemos de nosotros mismos es ficción, el currículum vitae, la forma de seducir una mujer, las disculpas que le puedas dar a tu mamá cuando compras cilantro y te pidió perejil, todo es narración.
Así, mi vida como lector no es distinta de la vida que tengo como usuario del transporte público, por ejemplo, donde escucho una variedad infinita de microcuentos relatados por los otros pasajeros. “A las putas no se les da besos, hay que puro meterla”, le dijo un tipo a otro, hoy, en el metro, “ya”, respondió el amigo y eso fue todo lo que escuché porque nadie dijo nada más. A mí me pareció muy Carver todo, porque Raymond Carver toma ese tipo de conversaciones y las transforma en cuentos que reflexionan sobre gente que no se conoce mucho y está obligada a compartir todos los días y conversar de cosas superficiales, pero en algún punto de la narración, empiezan a aparecer grietas en esa aparente trivialidad, los ritos cotidianos y sin importancia toman otra forma, dejan de parecer vulgares y pasan a ser parte de un momento definitivo en la vida de los personajes. “A las putas no se les da besos, hay que puro meterla”, claramente, quien dice eso está enamorado de la puta que ve hace meses o años, tiene miedo a demostrar su cariño, sabe que ya cruzó el límite, la idea, en lo profundo de su corazón, lo atormenta y quiere conversar con alguien del tema, pero no tiene amigos y decidió conversar con un colega que solo ubica de vista, se cruzan en el pasillo de la oficina o en la hora de almuerzo, pero nada más, ahora, intenta conversar de sus sentimientos y como única respuesta recibe un mezquino, “ya”, no puede compartir con nadie lo único que le importa compartir y está condenado a seguir hablando del partido del domingo. El drama humano es narrado en un vagón del metro en el siglo XXI por sus propios protagonistas.
El punto es que a veces tienes días carverianos y, otras, bukowskianos, pero los dos autores dicen lo mismo: el ser humano es un mamífero mirando el abismo, un primate angustiado por su inminente desaparición, un animal con miedo al dolor. Y lo que quiero decir es que mi vida como lector se trata de recordar que soy un mono que se muere y los autores que me gustan no escatiman energía a la hora de recordármelo, eres una bestia y puede que hoy sea tu último día en el planeta tierra, eso me dicen y yo se los agradezco.



lunes, 14 de marzo de 2016

Rechazando pegas como un campeón

Me ofrecieron una pega en la nocturna, la rechacé, salía muy tarde. Me ofrecieron una pega en el día, la rechacé, entraba muy temprano.
Me ofrecieron hacer un reemplazo de dos semanas, lo rechacé, muy poco tiempo. Me ofrecieron un trabajo por un año completo, lo acepté, pero luego me arrepentí, reculé y lo rechacé, no quiero estar atado a nada por tanto rato.
No tengo nada. Ni casa ni auto ni desodorante ni zapatos ni camisa ni corbata, a veces, pienso que debería aceptar cualquier cosa, en mi condición de precariedad absoluta, todo suma.
Pero puedo leer libros y dejarlos a la mitad y agarrar otro, que tampoco voy a terminar y veo capítulos de series al azar y converso del partido del domingo y salgo a caminar a cualquier hora y me encuentro con Vladimiro en el camino y fumamos un pito y recuerdo un chiste corto, malo, pero nos reímos y me dice que dan una película a luca y tengo tiempo y presupuesto.

No tengo nada, pero es lo único que he tenido siempre, no es llegar y renunciar al vacío cuando es tu único capital.

martes, 8 de marzo de 2016

Pega es pega

¿Está el artista en condiciones de rechazar una experiencia? Si esta experiencia lo conduce hacia un posible desenlace fatal, ¿está en condiciones, quien se vanagloria de ser artista, de darse el lujo de ser precavido?
Cuáles son los criterios de un ser humano que se rebela contra los dioses de la comodidad y el mal gusto para aceptar o rechazar un estímulo.  
Me ofrecieron trabajo en un colegio, dije que lo consultaría con la almohada, que mañana contestaba. En realidad lo consulté con el profesor que el año pasado hacía la misma pega que tendría que hacer yo ahora. Me dijo que dos niños amenazaron con matarlo y que se agarró a combos con otro más. Grato ambiente laboral, pensé yo.
Tengo una serie de inquietudes, por ejemplo, si las alumnas, que ya son adultas, porque, de aceptar el trabajo, haría clases en la nocturna, bueno, si las chiquillas, las estudiantes andan alegres y me tocan el potito y a mí me gusta, ¿está mal o está bien?
Si me hacen el amor, en el baño de un colegio, algo incómodo, pero amor al fin y al cabo, en mi condición de artista, ¿estoy en condiciones de rechazar el amor? Uf, difícil responder esa pregunta.


jueves, 3 de marzo de 2016

La modernidad de la galletería

“Cuando ustedes van hacia la modernidad yo ya vengo de vuelta de África, con una pata menos y cargado con marfil”, repito en voz alta frente al espejo. Estoy en el baño, solo, en pijama, no sé a quién le hablo ni de quién hablo. Solo es algo que viene a mi mente, de niño siento la extraña necesidad de ser un poco más moderno que el día anterior y es desgastante, pero ya no hay vuelta atrás, es lo que soy y lo que no, yo es otro, no sé quién, pero otro.
“Senté a la academia en mis rodillas, la encontré amarga y la escupí”, así comenzará la defensa de mi tesis, después, un chiste de gallegos, mejor dos, el chiste gallego es mi fuerte, luego, pensaba colocar música, para amenizar la situación y pasar repartiendo galletas y hablaría de galletas con la comisión evaluadora, cosas como “cuáles son sus galletas favoritas”, no faltará quien responda, “las Toddy”, entonces yo digo, “¿y por qué no las Kuky? Y ahí se arma la polémica, podemos estar una hora hablando del tema, por qué son tan ricas las galletas de vino y eso que ni siquiera tienen sabor a vino, por qué se llaman así. Las galletas de coco, crujientes o sopeadas en café, ideales para media tarde. Las Frac clásicas, por qué no han sido superadas por sus variaciones con distintos sabores, por qué en cuanto a las galletas se impone lo clásico, las Tritón, lo mismo, su variante con sabor a lúcuma no convence, qué pasa ahí, qué opinan, los profesores de la comisión se entusiasman con la discusión, hay peleas, primero, verbales, luego, a golpes.

Finalmente, la situación se calma, los profesores vuelven a sus puestos y yo expongo mis conclusiones: la modernidad no tiene cabida en el mundo de la galletería. Aplauso cerrado, fotografía con mi respectivo diploma, saludo, reverencia y, a modo de gran final, otro chiste gallego. 

martes, 1 de marzo de 2016

Forrest Gump

Oiga, qué hace, por qué lleva cinco horas sin conectarse, pregunta Enzo por Wasap. Entiendo su preocupación, ambos somos blogueros y estamos permanentemente actualizando nuestro estado en Facebook, opinando y dando like, notificando y siendo notificados, intentando interpretar nuestro papel de artistas del siglo XXI lo mejor posible.
Pero estaba tomando el té, concentrado en eso, el té debe quedar en su punto exacto ni muy cargado ni muy liviano, es algo difícil de explicar y de lograr. Estaba con Nicolás y una amiga de él y pasé de tomar el té a tocar el violín, cosa que según yo, hago bastante bien, soy el  Richard Strauss de la hueá, quiero decir que amenizo bien la velada, intento escuchar a las amigas de mis amigos y no desubicarme, como preguntar cosas como si están pololeando o la naturaleza de la relación que llevan o si conocen a sus respectivos padres o si ya culearon o si piensan culear hoy día, acá, al lado mío, cosas que podrían generar un momento incómodo, digamos que casi no hablo y escucho, que por lo demás, es lo que hago siempre y es por eso que soy tan bueno tocando el violín.
Estaba en eso, en una simpática velada y la amiga de mi amigo dice, “odio Forrest Gump” y yo me tuve que contener para no agarrar la tetera y azotarle la cabeza. Pero la parte que dice, “no soy muy inteligente, Jenny, pero sé lo que es el amor”, ¿no te produce ternura?, preguntaba yo y ella, “mmm, no, como que es un hueón tonto no más”.  Tuve que pararme, hacer cualquier cosa, echar una meada, dejar que el aire refrescara mi mente, dejarlos solos igual, un buen violinista sabe que hay que dejar solo a tu amigo con su amiga, cada tanto y luego regresar para seguir amenizando, cosa que hice.
Pero Tom Hanks, ¿te cae bien?, le pregunté a la chica y mencioné al Náufrago y Tienes un e-mail y Apollo 13. No, me carga el Náufrago, dijo la niña y yo NO, pero cómo, “Wilson, perdona Wilson” y empecé a interpretar la escena en que al náufrago se le cae Wilson al agua y tiene que seguir en la balsa solo, la mejor escena no solo del cine, es el pináculo ético-estético-poético de la civilización occidental y la niña, “no es que me aburro antes, como que me quedo dormida y nunca llego a esa parte”.
De nuevo me paré de la mesa, herido, dije que tenía que fumar afuera, a pesar que nunca he fumado.
Vuelvo y olvidando mi rol de buen violinista, sin escuchar la conversación que mi amigo con su amiga tenían, pregunto a la chica, “qué película te gusta”, “qué chucha te gusta” (y acá ya no hablaba de cine, probablemente, me estaba refiriendo a la vida, aunque no lo tengo claro), “qué mierda esperas del arte”.
Yo: Volver al futuro I, ¿te gustó, verdad?
La niña: No
Yo: ¿Jurassic Park I?
Ella: No, pero menciona algo más actual, estás hablando de películas muy antiguas.
Yo: No se les dice antiguas, se les dice CLÁSICOS, digo golpeando la mesa y derramando mi cerveza (ya habíamos pasado del té a la cerveza, el cine así lo ameritaba).
Nicolás: Pero Diego, no toda la gente ve tantas películas como tú, de hecho, hay gente que no le gusta ir al cine, que prefiere hacer otras cosas…
Diego o sea yo: IGNORANTES, así se llama esa gente, IGNORANTES.
La niña arranca, dice que va al baño, pero acaba de ir, el punto es que se va por un rato. Nicolás intenta tranquilizarme, no a todo el mundo le gusta ver películas y está bien, insiste en ese punto y a mí se me rompe el corazón y doy vuelta otro vaso con cerveza y la niña vuelve y le pregunto por El día de la independencia, Will Smith salvando al mundo, naves extraterrestres explotando en el cielo a modo de fuegos artificiales el 4 de julio, ¿no sentiste nada?, no, responde ella.
¿Qué te conmueve?, ¿qué esperas de la vida? Sigo preguntando en la calle, en la micro, mientras me lavo los dientes frente al espejo, ¿Qué MIERDA QUIEREN DEL ARTE?