Practicante en acción

Practicante en acción

martes, 23 de julio de 2019


El paño de la cocina está muy mojado siempre. El secado de loza se dificulta en demasía y si no seco la loza es imposible seguir lavando. En mi casa yo lavo la loza, tarea que se me adjudicó sin mayor análisis ni discusión. Mi problema no es tanto el lavado como el secado. Con el pañito tan mojado la terea del secado se vuelve un imposible, una utopía y como toda utopía, una quimera de los más dolorosa.

El pañito de la loza en invierno es heladísimo. Como está mojado, siempre.

El pañito de la loza no siempre es un pañito, a veces, hay dos. Dos pañitos. La idea es que no se moje tanto el pañito oficial de la loza. El pañito oficial está arriba de la tapa de la cocina, el de reserva colgado de la puerta del horno. Ambos terminan muy mojados al final del día y en vez de tener un pañito asqueroso, mojado y frío, terminamos con dos pañitos asquerosos. Demás está decir que ninguno seca provocando la desesperación de este humilde servidor.

Pensé en no lavar la loza el día de hoy mas me arrepentí y retracté y tiré el poto pa las moras en el acto. Es incómodo operar en la cocina, una cocina pequeña como es la que tenemos, con rumas de loza por diferentes partes.

Sacrifiqué mis manitas y la fría humedad del pañito invernal de la cocina heló mis huesos y mi sangre y mi corazón y mis sueños, pero la casa está limpia.

Madre, la casa está limpia.

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