Practicante en acción

Practicante en acción

jueves, 4 de julio de 2019


Compré un libro por internet. Me equivoqué. Compré un libro que hablaba de otro libro que quería leer. Me di cuenta al ir a buscarlo. Me junté en las escaleras de la Biblioteca Nacional con el cyberlibrero. Abrí el libro y vi que no era lo que esperaba. No dije nada. El librero preguntó, ¿conforme? Yo dije, sí. Segunda vez que me pasa. Antes, había comprado un libro en alemán. Quizás, me sirva para aprender, pensé. Hasta ahora no ha servido, muchas consonantes juntas. Idioma de mierda. Más de dos consonantes seguidas es un exceso. Mesura, favor.

Voy a morir. Me tiene inquieto eso. No es que esté enfermo. No que yo sepa. Pero soy humano y nuestra especie desaparece y todo eso. Qué pasa si voy al infierno por ser un pésimo profesor. Todavía no sé hacer clases. Me acelero, no me sé dar a entender. Los niños no entienden nada. Qué pasa si el infierno es una sala de profesores.

Voy a morir y me acuerdo de ese detalle justo cuando me acuesto. Entonces, me dan ganas que la vida que llevo valga la pena. Acto seguido, empiezo a hacer una revisión de las cosas que he hecho y que he dejado de hacer. La gente que amé y dejé de amar, las cosas que dije y las que no. Nunca llego a ninguna conclusión satisfactoria.

Pasé la aspiradora. Había corderitos de polvo. No me dan asco, me gustan. Son como juguetes para mí.

Perdió Chile. Vi el eclipse. Después vi todo rojo y me asusté. Después ya no.

He vuelto a escuchar Morrisey. Habla harta mierda, pero tiene buenas canciones, nada que hacer.

He vuelto a escuchar New Order. Bailo bien New Order. Soy el mejor intérprete de New Order. Soy el mejor balarín de Temptation del mundo y nadie lo sabe. Mejor así, no hay que alardear, alardear no es para nada elegante.

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